Una de las festividades más importantes en Guatemala se da el 1 de noviembre, cuando celebran el día de Todos los Santos.
Al igual que en México, las personas acostumbran visitar a sus muertos, llevar ofrendas florales, preparar platillos típicos, dulces artesanales y decorar las tumbas.
El platillo típico de la temporada es el fiambre, guisado que mezcla diversos vegetales y embutidos.
Este guiso formaba parte de la tradición de los mayas, quienes preparaban un platillo basado en carnes españolas y vegetales para degustar alrededor de la tumba del ser querido.
La música no puede faltar en este día, que se llena de colorido debido a la tradición de volar los barriletes gigantes.
Este artefacto es un tipo de papalote redondo, con una estructura plana o tridimensional y forrada con un material ligero.
Es común ver a los visitantes en el cementerio volando sus barriletes, pues muchos de estos lugares fueron construidos con espacio suficiente para realizar esta actividad.
Aunque Guatemala ya contaba con papalotes pequeños desde el siglo XIX, fue a principios del siglo XX cuando el presidente de ese país, Jorge Ubico, sugiere a los pobladores de un pueblo llamado Santiago Sacatepéquez que hicieran barriletes más grandes.
Esta tradición derivó en el Festival de Sumpango Sacatepéquez, actividad que ya forma parte de la herencia cultural de Guatemala y que fue nombrada patrimonio cultural el 30 de octubre de 1998.
El evento también atrae turismo nacional y extranjero, que cada año arriba a esta ciudad de casi 40,000 habitantes.
Con meses de anticipación, los sumpangueros empiezan a diseñar y elaborar los barriletes; incluso ya se han unido en una asociación que participa cada año en la organización del festival.
Los asistentes podrán disfrutar de este espectáculo que incluye barriletes de entre seis a 18 metros de diámetro.
La leyenda cuenta que, durante el Día de Todos los Santos, los espíritus malignos llegaban a molestar a los difuntos por lo que una solución podría ser la elaboración de artefactos que, al chocar con el viento, espantaran a dichos espíritus y permitieran a las almas descansar en paz. También se cree que los barriletes permiten mandar mensajes a los seres queridos en el más allá.
Es, por todo, un hermoso festival que nos conecta con las tradiciones de los pueblos latinoamericanos, que buscan mantener vivos los vínculos con sus difuntos y celebrar la vida aún en la muerte.