‘El ombligo de la Luna’
-Significado de la palabra ‘México’, según la etimología náhuatl
El Palacio Nacional será la sede del encuentro de los mandatarios y altos representantes de América Latina y el Caribe –el punto climático de un año de intensa actividad diplomática–, donde hemos recibido a los presidentes de Argentina, Bolivia, Cuba, Ecuador y Guatemala. No obstante, los trabajos están lejos de culminar, aún resta conmemorar fechas emblemáticas del Bicentenario de la consumación de nuestra Independencia con la participación de invitados internacionales. Asimismo, tenemos el compromiso permanente de promover la unidad y cooperación regional para hacer frente a los retos compartidos, como la pandemia de COVID-19 y sus secuelas económicas.
Con esta cumbre, el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador habrá auspiciado tres eventos de gran calado en la dimensión internacional, donde los líderes y altos representantes de la región se han dado cita para venir a nuestro país y atender: la instalación de la presidencia pro tempore (PPT) mexicana de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), verificada el 8 de enero de 2020; la conmemoración del 238° aniversario del natalicio de Simón Bolívar, en cuyo marco se realizó la XXI reunión ministerial de la Celac el pasado 24 de julio; y la VI Cumbre Celac de mañana 18 de septiembre.
Lo anterior es reflejo, sin duda, del amplio poder de convocatoria de nuestro país y refrendo de la atinada política exterior de mirar al sur. En otros tiempos, era común escuchar que México se había distanciado de América Latina y que se había norteado en su camino, pero hoy vemos con claridad que no es así y que México está presente en la región.
Pero más importante que esto es el hecho de que, después de varios años, finalmente se reunirán en un solo espacio los presidentes de nuestra región. La Celac está próxima a cumplir 12 años de vida, sin embargo, solo ha habido cinco cumbres presidenciales, siendo la última hace cuatro años en República Dominicana.
La Celac se había convertido –lamentablemente– en un triste y fidedigno reflejo de nuestras divisiones. En lugar de evidenciar lo mejor de América Latina y el Caribe, la organización había perdido la dirección y se había quedado a la deriva, reflejando únicamente lo que durante mucho tiempo nos ha debilitado como región.
Es bien sabido que México asumió la PPT de una organización que languidecía, pero que, después de una labor incansable y con el apoyo de la membresía, se logró dinamizar y vigorizar hasta llegar a este punto en el cual podemos afirmar que entregamos una Celac funcional.
No obstante, aún más relevante que el mecanismo para congregar a nuestros países vecinos, es el hecho de que nuestra vecindad vuelve a mostrar el interés por hablar como una sola región. La mayor parte de nuestros países cumple 211 años de vida independiente y en esos dos siglos no hemos sido capaces de articular una verdadera unión. El pasado julio, el canciller Marcelo Ebrard lo dijo muy claro: “La unión hace la fuerza (…) si observamos los equilibrios o desequilibrios (geopolíticos) de hoy, si América Latina no actúa en conjunto, es imposible que tenga influencia en el mundo. Divididos estamos condenados a seguir las decisiones que otros tomen”.
Hoy día –y en parte debido a la lección aprendida por la pandemia en el sentido de que debemos trabajar juntos– América Latina coopera en materia de red de especialistas de enfermedades infecciosas; se trabaja para establecer un fondo de desastres naturales para América Latina y el Caribe; hay donaciones de vacunas y ventiladores, y estamos por cumplir un sueño iniciado hace 20 años cuando se habló por primera vez de que nuestra región contara con una agencia espacial propia.
Cuando América Latina está unida, podemos hacer cosas importantes. Cuando América Latina está unida, somos más fuertes… caminemos hacia esa dirección.
Por Maximiliano Reyes Zúñiga*
* Subsecretario para América Latina y el Caribe. SRE