A iniciativa de la Subsecretaría para América Latina y el Caribe de la SRE, se inauguró la exposición colectiva: “Vírgenes patronas de América Latina y el Caribe: su aportación a las identidades nacionales” el 18 de agosto en la Catedral Metropolitana. El evento se realizó con la colaboración de la Embajada de República Dominicana, la Catedral Metropolitana y las embajadas latinoamericanas y caribeñas residentes en México. En octubre se prevé ampliar la exposición en el Museo de Arte Popular (MAP).
La unión latinoamericana —tantas veces predicada— va más allá de los encuentros oficiales y el sinnúmero de mecanismos, agrupaciones, declaraciones que surgen a raíz de ellos. La base de la unión se encuentra en la vena histórica y cultural que compartimos y que nos distingue de otras partes del mundo.
Con este acto cultural se pretende reivindicar uno de nuestros rasgos compartidos y más sobresalientes. De hecho, con frecuencia se pasa por alto la contribución de las vírgenes patronas de cada territorio como símbolos de unidad y resistencia, por encima del sistema de castas que dividía a peninsulares, criollos, mestizos, indígenas y esclavos.
Antes de que se adoptaran banderas y lábaros patrios en las luchas de independencia, ya se vislumbraban las vírgenes patronas como símbolo de unidad. Más allá de las ideas de la Ilustración y la masonería, los próceres de nuestras independencias reconocieron este elemento de unidad popular para forjar los sentimientos patrióticos.
El caso paradigmático es el del cura Hidalgo enarbolando la imagen de la Guadalupana como estandarte. En Chile, los próceres San Martín y O´Higgins reconocieron la protección de Nuestra Señora del Carmen de Maipú; en la Gran Colombia, Bolívar encomendó la campaña libertadora a Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá y en Uruguay, en 1525, la virgen adoptó el nombre de Nuestra Señora de los Treinta y Tres en alusión a los líderes independentistas. En Cuba, a petición de los veteranos de la guerra de independencia, Nuestra Señora de la Caridad fue declarada patrona por el papa Benedicto XV. En Ecuador, Nuestra Señora del Quinche fue nombrada Protectora de la Independencia. En Costa Rica, el Congreso de la República declaró a Nuestra Señora de los Ángeles como patrona en 1824, el mismo año que el Constituyente mexicano hizo lo propio con la Guadalupana.
Se trató pues de un importante impulso a nuestras independencias y, con el paso del tiempo, el culto mariano se arraigó y popularizó en nuestras sociedades americanas, lo que se plasmaría en la riqueza y colorido exuberantes de nuestros templos y festividades, especialmente en el barroco americano.
El reconocimiento o la devoción hacia estas veinte vírgenes patronas nacionales de nuestra región fortalece la hermandad latinoamericana y caribeña. Es parte ineludible de nuestra rica herencia multicultural en la que laicos y creyentes nos reconocemos por igual.
Por Maximiliano Reyes Zúñiga*
*Subsecretario para América Latina y el Caribe en la SRE