Los números de la vida abruman. El salario, el deterioro económico, la cuenta de los días para que acabe la pandemia, roban a las matemáticas su poesía. Los desaparecidos, los enfermos sin medicinas, los solos, los pobres. Cientos de miles que no son esos números astrales que dibujan galaxias, invisibles al más potente telescopio, visibles en la conversación que la geometría tiene con la mente humana. Estoy segura que las matemáticas también conversan con la mente de las aves, y de todos los demás animales. Quizá los árboles y los minerales también escuchen los trazos de los radares conectados a las neuronas de sus cerebros. Qué importancia tiene si la luz cae por su propio peso en los agujeros negros, cuando la mitad del país no sabe poner la fecha a una agenda para comprometerse al hacer ordenado y proactivo de un día, dirigido al destino de un mejor mañana. Estamos en problemas México.
No sé si todo lo insuficiente en este país sea originado en la mala nutrición, como apuntan de las muertes en pandemia las autoridades de salud. Sé que si fuera así, sería de la mala nutrición a la fuerza de un espíritu constructivo, y de las capacidades de aprendizaje y desarrollo personal. Es cansancio de esperanza lo que agobia cuando las vitaminas no alimentan la formación productiva y el desarrollo personal en lo básico.
El confinamiento ha transformado las casas en cristal, las pantallas muestran la decoración de la sala, la carencia de muebles, los gritos de enojo hacia los niños, ancianos alterados por el allanamiento a su rutina. La calle oculta, la calle es un muro, el afuera era la mejor máscara, el mejor cómplice… y la han clausurado. Vuelve a tu casa y conócete a ti mismo y a los tuyos. Protégete del virus de la ilusión de que alguien allá afuera solucionará las cosas.
Benditos números que explican a mi mente cómo la luz flota de mi piel a tus ojos, de tu piel a mis ojos. Bendito el vaho amarillo que su brisa desprende del girasol. Benditos los números que saben que el espacio es silencio; que lo vivo sigue el movimiento de mareas que con números dibuja, en un cuaderno a cuadros, el astrónomo. Bienaventurados los que no han detenido esa conversación. _