Un Sistema Nacional de Cuidados en nuestro país, como los existentes en países sudamericanos y europeos, posicionaría a México en el ámbito internacional como un Estado-nación en donde el bienestar de la sociedad, presente y futura, estaría por encima de cualquier otro proyecto de desarrollo social y económico. Un sistema de esta índole requiere la participación de diversos sectores, como las secretarías de Educación, de Salud, del Trabajo y Previsión Social, de Bienestar y de Economía, entre otros actores nacionales, pero también de la presencia de organismos internacionales como el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, y los fondos de Naciones Unidas para la Infancia, para la Mujer y el de Población.
Plantear una propuesta de este tipo requiere de un estudio diagnóstico minucioso por parte de los organismos autónomos, como el Inegi, el Coneval, el Inmujeres, así como de la participación de académicos-investigadores especialistas en diversos temas, como la protección y la seguridad social, las pensiones, el trabajo y el mercado laboral, la salud y la infancia, el género y la geriatría social, ya que la complejidad de los cuidados ha quedado circunscrita a los resultados de diferentes encuestas nacionales, como las de Uso del Tiempo, las de Salud y Nutrición, y la Laboral y de Corresponsabilidad Social.
Los cuidados dirigidos hacia la niñez, hacia los adultos y en general los que se proveen en todas las etapas del curso de vida de la población, sea por cuestiones de dependencia, por enfermedad física o mental, por discapacidad o por cualquier otro factor, determinan la sustentabilidad de la vida de quien requiere ser cuidado, pero también deben ser sujetos de derechos quienes cuidan, al llevar a cabo una actividad no remunerada la mayoría de las veces. El desafío para construir un Sistema Nacional de Cuidados es pensarlo como parte de la
política social de México, colocando en el centro la mirada en términos de sustentabilidad social.
JOSÉ MANUEL RANGEL ESQUIVEL
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