Todo cambia y existe en un contexto modelador, nada se define solo por su origen, pero ¿puede un manzano generar higos? Estas preguntas son un cuestionamiento al título: ¿Habrá una ciencia femenina?, o sea, ¿habrá una forma específicamente femenina de ver, explorar e interpretar el mundo? Y si existe, ¿puede la academia, por siglos esencialmente masculina, ser el origen y espacio de su desarrollo?, o ¿es necesario otra cuna institucional?
En las ciencias sociales (donde la mayoría de los graduados son mujeres) la respuesta fue ampliar el alcance y profundidad del análisis y aplicación disciplinaria al añadir un enfoque feminista. Por ejemplo, el Ecofeminismo (Mies, Shiva) propone un análisis sistémico de la realidad socio-ecológica basado en la vivencia femenina.
En las ciencias exactas (donde la mayoría de graduados son hombres)el camino está por hacer. Aquí, los temas y métodos disciplinarios son vistos como objetivos. No hay una termodinámica feminista porque el calor no tiene género. Sin embargo, el trabajo de Heisenberg, Funtowicz, Ravetz, Maturana o Varela, demuestran que la “objetividad” es subjetiva e interaccional y el método científico no es un garante de “verdad”, solo un mecanismo de consistencia y reproductibilidad en un sistema cerrado, simplificado y controlado (todo el opuesto de la realidad). En esta lógica, la interacción sujeto-objeto-contexto es crítica: lo que vemos influencia cómo lo vemos, y cómo vemos condiciona lo que vemos.
Una “ingeniería femenina” podría ver el calor distinto generando nuevas descubiertas y aplicaciones. En paralelo, esta capacidad de “ver distinto”, podrá estar obliterada porque las ingenieras son educadas a “ver como ingenieros” y sus aportaciones son muchas veces minimizadas (Jocelyn Bell Burnell).
En energía, tema base de ingeniería, las perspectivas de género son muy relevantes. En general, en el hogar, las mujeres son quienes gestionan los recursos energéticos, pero son los hombres los que seleccionan y diseñan la tecnología. ¿Resultado? Por ejemplo, millones de dólares perdidos en proyectos fracasados de eficiencia energética y renovables. Dirán, “no es una cuestión de género, es falta de enfoque en el usuario rumbo a la Transición Energética (TE)”. Pero, justamente, es el enfoque en las personas que soporta al Ecofeminismo en su crítica materialista a la actual TE.
Para el Ecofeminismo, la TE, simplemente reemplaza el petróleo por renovables, sin resolver las injusticias energéticas ni promover la sustentabilidad. La TE es más una estructura (discurso) de poder que perpetua un sistema energético patriarcal, homogeneizador, reduccionista, colonialista y tecnócrata que marginaliza a las mujeres y los pobres.
Con este enfoque, el Ecofeminismo estimuló un análisis más sistémico, profundo y participado de la desigualdad de acceso, consumo, producción y efectos de los sistemas energéticos. Este análisis permite diseñar y operar sistemas energéticos más democráticos, pluralistas y alineados con las dinámicas, contextos y ecología de las comunidades, incluso más allá del género. Por eso, excluir/ignorar “visiones” femeninas implica el desperdicio de un potencial inmenso de crear sistemas energéticos más justos, equitativos y sostenibles…Ya es tiempo de sembrar otros árboles.
Ricardo Martins