La función de un museo es la de difundir conocimiento y presentar colecciones a todo público, para que participen de forma activa de la cultura y la divulgación de la ciencia.
Todas sus actividades deben estar enfocadas al servicio de la sociedad para su educación.
¿Entonces, con un papel tan importante, por qué los museos están agonizando?
La contingencia sanitaria por el covid-19 vino a ser la catalizadora de lo inevitable para muchos recintos culturales. El cierre de sus puertas y las cifras no mienten: se estima que el 90% de los aproximadamente 60 mil museos del mundo se están viendo obligados a dar por terminadas total o parcialmente sus operaciones, de acuerdo con la Unesco.
Tan fríos son los números que Monterrey es parte de las estadísticas con el cierre del icónico Planetario Alfa, tras 42 años en la esfera cultural.
El Planetario fue el primer museo interactivo en México, además de ser el recinto de la primera pantalla Imax en Latinoamérica. Impulsó la educación con sus exhibiciones enfocadas en ciencia, arte, tecnología y astronomía, entre otras áreas.
El paso del tiempo, además de la crisis actual de salud y obviamente la económica, lo dejó lejos de la viabilidad, sostenibilidad y lo más triste: no permitió su continuidad.
Se fue sin una despedida digna después de recibir por años en sus espacios a generaciones que debieron tener la oportunidad de hacer una última visita.
Como consuelo, su legado quedará en la memoria de los 15 millones de personas que lo conocieron.
Los museos que han sobrevivido a esta pandemia no tienen una tarea sencilla, necesitan toda la ayuda de la comunidad, iniciativa privada y gobierno para que no desaparezcan; es decir, deben situarse intelectualmente en el centro de la comunidad local, nacional e internacional.
Nuestra ciudad no puede quedarse sin recintos culturales, porque somos más que una sociedad apasionada del futbol y la carne asada.
Hay que valorar a los buenos mexicanos que están haciendo lo imposible por mantener los espacios y fomentar la historia y los conocimientos a través de los museos.
En el municipio de San Pedro se fue un espacio cultural como el Planetario, pero otro acaba de nacer: MIJU, Museo Interactivo del Juguete del Tío Temo, donde se muestra la historia y la evolución de la tecnología de los juguetes en un lugar creado para abuelos, padres e hijos.
Todos podemos apoyar visitándolo, porque los lugares que promueven la educación y el sano entretenimiento no deben morir si queremos tener un país saludable en mente y espíritu.
Es de suma importancia que la cultura siga en marcha, porque los museos tienen la capacidad de unir, animar y regular emocionalmente a una sociedad que se ha mantenido separada en esta pandemia.
Evitemos la catástrofe de dejarlos morir.
MIRIAM COLÍN Y VANESSA AGUILAR
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