La educación en México se remonta al periodo prehispánico donde las grandes civilizaciones adoptaron un método de enseñanza que consistía en memorizar leyendas, mitos, historias y cantos generacionales. En la cultura Mexica, su sistema educativo era más estructurado, ya que consistía en dos importantes escuelas: el Calmecac para los nobles, donde instruían a los sacerdotes, guerreros, jueces y maestros gobernantes; mientras que en el Telpochcalli preparaban a los jóvenes del pueblo para servir a la comunidad y a la guerra. Para el periodo colonial, la educación estuvo a cargo de la iglesia católica, principalmente por las ordenes de los franciscanos y dominicos. Fue para el año de 1553 cuando se crea la Real y Pontificia Universidad de México con las primeras facultades en: Teología, Derecho, Medicina y Artes. Más adelante, en las principales ciudades del país, los jesuitas también fundaron instituciones educativas. En la declaración de Independencia de 1814 se destaca la importancia de la educación en los ciudadanos y que ésta debe ser para toda la sociedad. Gracias a Benito Juárez se reorganiza la educación pública dotándola de libertad, gratuidad y laicidad. Para el año de 1867 se funda la Escuela Nacional Preparatoria.
Las bases educativas en nuestro país se asentaron a lo largo del siglo XX. Para este periodo se funda la Secretaría de Educación Pública (SEP), la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y más adelante, durante el gobierno de Lázaro Cárdenas, se funda la Escuela Normal de México y el Instituto Politécnico Nacional (IPN). Para la segunda mitad del siglo, se continua la creación de universidades en las diversas regiones de la nación, así como los institutos tecnológicos.
Sin embargo, esta breve reseña de la educación en México comparte algo en común desde su aparición. La transmisión de conocimientos a lo largo de la historia ha sido de manera presencial, es decir, existe una estrecha interacción entre el profesor y el alumnado en los centros de enseñanza. Pero en marzo-abril del 2020, la conceptualización de la educación tomó un giro inesperado. La presencia del SARS-Cov-2 entre la población obligó a tomar estrictas medidas sanitarias las cuales no permitían la asistencia presencial a clases por parte de los estudiantes y el profesorado. Ante este panorama se abrió una acalorada discusión sobre el momento oportuno en que las y los alumnos regresen a clases. En la actualidad es difícil saber si el riesgo es bajo o alto, ya que cuando se escriben estas líneas nuestro país atraviesa la cuarta ola de contagio. Pero el debate central y las enseñanzas de la pandemia nos ubican en otro vital tema, cuando finalmente hayamos librado la pandemia, ¿regresaremos a la tradicional manera de educación presencial?
Existen profesores y estudiantes que respaldan las clases presenciales, pero muchos otros están de acuerdo con la forma actual a distancia. Escuchamos especialistas que vaticinan que los resultados de estos casi dos años de clases a distancia serán desastrosos. Siendo más optimistas, será una oportunidad para mejorar nuestros sistemas educativos nacionales. Acaso una respuesta favorable sea la educación híbrida, es decir presencial y a distancia. Pero eso aún no lo sabemos. Quizá en las próximas décadas estaremos agradeciendo a la pandemia que nos hizo replantear los métodos clásicos de enseñanza, o tal vez lamentándonos esta época. Usted, ¿qué opina?
Luis A. Quezada
Guillermo Fernández
Investigadores de la UAEH y la Universidad Iberoamericana