La física es la ciencia que estudia las interacciones fundamentales de la naturaleza a través de conceptos como la materia, la energía y el tiempo. El entendimiento de sus leyes ha conducido a los avances tecnológicos que disfrutamos actualmente. Varios avances en la física se deben a desarrollos tecnológicos, como las máquinas de vapor para la termodinámica o la ingeniería eléctrica para el electromagnetismo. Esto ilustra la relación que existe entre estas áreas y permite justificar el por qué la enseñanza de la física es importante en un programa de ingeniería.
Con relación a esto último, hasta hace algunos años la formación en ingenierías solía limitarse a que el estudiantado aprendiera a resolver problemas, aunque fuese de forma mecánica. Este enfoque deriva del hecho de que la ingeniería es entendida como un área de conocimiento dirigido a solucionar problemas en la vida cotidiana.
Sin embargo, debido a los desarrollos tecnológicos de las últimas décadas, la visión compartida de muchos docentes es que la formación de las y los ingenieros debe ser más completa y no limitarlos a ser máquinas de hacer cálculos. Incluso “edutubers” como Damián Pedraza, del canal El Traductor de Ingeniería, han externado su preocupación por que al estudiantado se le (mal)enseña a que solo debe saber resolver problemas, pero no a razonar qué y por qué lo hace, bajo el argumento de que “así se ha enseñado siempre”. En síntesis, es vital que el alumnado comprenda los fundamentos de la herramienta que utiliza y que asocie lo que aprende con algunos aspectos de su vida cotidiana.
Sin embargo, lograr esto último no es fácil. En los casi 8 años que he realizado labor docente he notado dos constantes en quienes ingresan a instituciones de ingeniería. La primera es el dominio parcial que poseen en varias áreas de la matemática (aritmética, álgebra, cálculo y geometría, por ejemplo) y que son la herramienta básica que todo ingeniero debe saber utilizar, así como la compresión lectora, pues gracias a ella es posible identificar piezas de información que se tiene para trabajar en un problema escrito.
A modo de referencia, de acuerdo con los resultados de la última encuesta PISA(2018), el 55% del estudiantado mexicano de 15 años logró al menos un nivel 2 de competencia en lectura, y solo el 1% consiguió los niveles 5 o 6 (los niveles más altos) en la prueba de lectura; en matemáticas, el 44% del estudiantado en México obtuvo el nivel 2 o superior, y de nuevo solo el 1% alcanzó un nivel de competencia 5 o más. Estos resultados se acrecientan con lo siguiente: la apatía que muestra el alumnado en clase, lo cual lo convierte más en un agente pasivo/receptivo,queen uno proactivo, participativo o que se cuestiona lo que se le enseña. Como profesores de física nuestra labor consiste en enseñarle al estudiantado los conceptos necesarios para el análisis y resolución de problemas. Lamentablemente, este quehacer termina cuando el estudiantado universitario debe, por iniciativa propia, adueñarse de ese conocimiento realizando ejercicios por su cuenta y/o externando sus dudas sobre temas específicos.
Desde mi perspectiva, antes como estudiante y ahora como docente, considero que es urgente un cambio de paradigma sobre el cómo se enseña y se aprende física. Como Emilio Aliss (2002) señala “para la enseñanza de la física en la secundaria se requieren cuatro ejes principales: lo que se va a enseñar, el cómo se va a enseñar, lo que se aprende y cómo se aprende”. Hoy por hoy, en las zonas que así lo poseen, se tiene acceso a una diversidad de material educativo o de divulgación a través de varias plataformas digitales.
Si bien estas fuentes de información no sustituyen a la educación formal que se brinda en el aula, no hay que satanizarlas pues pueden utilizarse como complementos que faciliten la asociación de los conceptos vistos en clase con la realidad inmediata. También, el uso responsable y supervisado de ciertas plataformas de inteligencia artificial pueden contribuir a la mejora del proceso de enseñanza-aprendizaje, como se apunta en el documento “AI and education: guidanceforpolicy-makers” elaborado por la Unesco (2021) en el marco del Consenso de Beijing (2019). Los avances tecnológicos ocurren cada vez con mayor frecuencia y mantenernos renuentes a su uso para la mejora de la enseñanza-aprendizaje de la física en la ingeniería podría resultarnos contraproducentes a largo plazo.
Adaptemos una frase atribuida a Albert Einstein a la enseñanza de la física en la ingeniería: “Si queremos resultados diferentes, hagamos cosas diferentes”.
Erik Díaz Bautista
*Doctor en física y profesor de tiempo completo Unidad Profesional Interdisciplinaria de Ingeniería IPN campus Hidalgo