Lo normal en las democracias es no saber quién va a ganar, y eso es algo de lo que podemos rescatar de México. Aunque se ve casi imposible que la oposición con su alianza le gane a la maquinaria del partido en el poder, todo puede pasar. Faltan 10 meses y todavía no hay candidatos oficiales. Lo que sí podemos ver es la transformación política que estamos viviendo de cara a las elecciones.
Ante la falta de credibilidad y un electorado insatisfecho, los partidos no les ha quedado otra más que hacer lo que los ciudadanos han hecho por años: aliarse. Los partidos están rebasados con el talento que tienen, lo que los ha obligado a sumar personas externas. Sus números tampoco les dan para ganar elecciones, por lo que se han unido a otros partidos que antes hubiéramos pensando imposible.
Por otro lado, los mexicanos están buscando por quién votar, no por qué partido. Están buscando confianza, legitimidad, talento, compromiso, cualidades más comunes en la IP que en la política, por eso la búsqueda de alianzas y talento externo es una de las prioridades de los partidos ante las próximas elecciones.
Otra de las transformaciones es que las alianzas o partidos se están convirtiendo en una figura híbrida, entre sus estructuras tradicionales y los ciudadanos. El reto será crear los espacios formales y claros, para que estos últimos se puedan involucrar en serio.
Esta nueva era de alianzas y estructuras va a exigir también una nueva cultura mexicana, donde sumar sea más importante que restar. Donde construir y cumplir acuerdos de manera constante será la regla, a través de formas eficientes y eficaces. Es importante recordar que las alianzas vienen de grupos, donde las diferencias han sido más fuertes que lo que los une. Y falta sumarle el ingrediente ciudadano, lo que será un doble reto. Según el resultado será, o no, un avance a nuestra incipiente democracia.
La nueva cultura también exige candidatos distintos, auténticos y bien intencionados. Aunque algunos intentan producirse invirtiendo millones, a la ciudadanía difícilmente se le engaña en esta época donde todo sale a la luz. Las redes sociales nos ayudan a conocer a los candidatos realmente como son. No falta un video o un desliz, y todo se desploma o se multiplican los nuevos seguidores o votantes.
Lo que definitivamente tienen que lograr las alianzas como los candidatos, es inspirar, identificarse con las minorías, transmitir esperanza y cambio. Crear conexiones entre las diferencias, así como funcionan las democracias, y lograr transformar el descontento transmitiendo certezas ante los retos del país.