La idea de que seres de otros planetas habitan la Tierra ha sido explotada en muchos productos de entretenimiento como películas, series animadas de televisión e incluso videojuegos, pero en pocos de ellos centran la idea de una convivencia entre la raza humana y las especies “extraterrestres” como lo hace Solar Opposites, la historia de una tripulación de un planeta que desapareció y que chocó su nave espacial en el tercer planeta del Sistema Solar que conocemos.
El utópico planeta Shlorp fue impactado por un meteorito que devastó la vida y obligó a 100 adultos y sus replicantes, término utilizado para un tipo de androide bioingenieril ficticio en la película Blade Runner, a buscar nuevos territorios que puedan colonizar para reestablecer su sociedad, pero qué pasa si estos seres llegan a un planeta ya sobrepoblado y explotado como la Tierra, esa es la interrogante que deben responder los tripulantes Korvo, Terry y sus hijos “replicantes” Yumyulack y Jesse.
Un choque de culturas se puede apreciar en dos temporadas de ocho episodios cada una, la lucha constante de los “aliens” para adaptarse a las costumbres de los terrícolas, desde la presencia e injerencia de los programas de televisión, mismos que pasan como documentales de la vida diaria de los humanos y que cuesta descubrir que son irreales, “me muero si Frasier no es real”, expresa Terry; así como el día a día de dos shlorpianos adolescentes que se ven forzados a asistir a la escuela para convivir y aprender del planeta que ahora piensan habitar y convertir en una nueva sede de su utopía, son parte de la primicia de esta serie animada para adultos que la única garantía que tiene es hacer reír al espectador.
Pero esto no es todo, detrás de todo este tipo de situaciones cómicas que se presentan se encuentra el trasfondo de una serie de adultos con alto nivel de humor negro como el que ofrecen otros productos de Star+ como son: American Dad, Family Guy, M.O.D.O.K, entre otras; pues temáticas como el racismo están presentes, sólo que ahora el blanco son los extraterrestres que caminan entre nosotros sin mayor complicación y poco a poco adaptándose a la cultura popular que ha generado por décadas la humanidad y que parece ser su mayor legado; una lucha interna por mantener el odio hacia los seres humanos en un mundo donde a la vez se busca aceptación, una lucha que no sólo refleja la naturaleza humana a través de los “aliens” sino que también hace dudar a la tripulación del verdadero objetivo de su misión, “vamos Korvo, debes aprender a amar a la Tierra y a los humanos, no puedes odiarlos siempre”, añade Terry.
Todo esto sin dejar de lado la naturaleza curiosa de la familia shlorpiana, pues la ciencia ficción no se queda atrás en la serie, a través de diversos experimentos, que muchas veces terminan en desastre, podemos ver la interacción real entre ambas culturas, mucha destrucción, muerte, alineación, todo sin consecuencias legales reales, pues no es bueno enfurecer a una raza extraterrestre que sin dudarlo puede hacerte medir cinco centímetros y encerrarte en una pared para estudiarte, “yo era un CEO de una empresa telefónica, hasta que me encontré con el niño alienígena y me encogió para mantenerme aquí. Antes me preocupaba el dinero, ahora me hace feliz la leche de ratón”.
Sin lugar a duda Solar Opposites no presenta una premisa nueva en lo que a entretenimiento se refiere, pero sí brinda una nueva perspectiva de cómo sería la convivencia de seres de otros planetas y la humanidad que siempre teme a lo diferente, la capacidad de adaptabilidad de ambas especies es uno de los grandes atractivos de la serie animada, la cual además de brindar horas de risas, genera reflexión en algunos casos, pues refleja como “el hombre es el lobo del hombre”, es decir que siempre seremos nuestro peor enemigo hasta encontrar una razón real para unirnos y mejorar como especie, pero sin decir más simplemente invito a que revisen un episodio de esta serie de Star+, después pueden juzgar si vale la pena que otras especies se acerquen a nosotros o si merecemos estar al margen de la vida en el universo.
Teodoro Santos
