La teología básica expresa que el más grande regalo de dios, cualquiera que sea su fe, a la humanidad es el libre albedrio, la libertad de elegir el camino a seguir; algo que no sólo retoma la democracia básica e ideal, aunque a veces parece imaginaria, sino también los conceptos en la cultura popular; sobre todo en temáticas tan cercanas a una religión como es la de La Guerra de las Galaxias, centrando el foco en “la fuerza”, los jedi y los sith; dos caras de una misma moneda o facetas distintas del camino a seguir, bondad y maldad; amor y odio, suenan a polos opuestos pero en sí no lo son.
Como todo en el universo hay dos formas de ver este tipo de cuestiones, objetiva y subjetiva; difícilmente la religión puede verse de una visión objetiva, pues pretende ser una guía de las decisiones que se toman en la vida, algo que no se puede deslindar de los sentimientos; por ello, cada debate espiritual que se tiene con alguna persona que tiene una religión o creencia distinta a la más popular suele ser vista de forma distinta, pero eso no necesariamente quiere decir que este mal.
Vayamos nuevamente al ejemplo de La Guerra de las Galaxias, que por cierto está nuevamente en boca, mente y corazón de todos por el estreno hace un par de semanas de la serie de Obi Wan Kenobi en Disney+, donde por cierto centra la atención en las elecciones que tiene el ser humano, sin importar si es de una galaxia muy lejana o de México, Hidalgo o cualquier otra zona del mundo que estamos obligados a habitar.
10 años pasaron desde los eventos de la tercera entrega de la segunda trilogía, donde vemos el ascenso de Darth Vader y el Imperio Galáctico, los jedi son un cuento, una leyenda, incluso una historia que parece perderse en el viento o en el vacío del espacio; pero, su cacería sigue, por el simple hecho de no respetar la decisión de los seguidores de la fuerza de permanecer ocultos y llevando vidas tranquilas, comunes; suena relevante, actual, e incluso que se vive después de una elección en cualquier parte del planeta, es porque lo es querido lector, no hay diferencia.
Imaginemos un momento que todos somos usuarios de la fuerza en un país como México, donde la clase política, al igual que en la ciencia ficción de la mente de George Lucas, no puede permanecer lejos de la religión; ahora dejemos las dos opciones básicas para el inicio de este debate y de la elección que todos deben hacer, apoyar a los jedi que parecen ser los buenos, con sables de colores diversos que parecen emanar de otros cultos, o a los sith, que se les califica como el “lado obscuro de la fuerza” y usan capas negras y sables rojos; dos opciones, parece simple y lógico, pero en un país como el nuestro no es suficiente.
Qué pasa con aquellos que quieren ser un poco jedi y un poco sith, digo por si alguno tiene un pequeño nexo e incluso curiosidad por corromperse en su camino que no es acorde a cualquiera de las dos opciones, así se crea una tercera opción, una cuarta e incluso una quinta; como los partidos políticos, tener 14 ya es una burla; pero es factible, pues son apreciaciones subjetivas en las que deben participar todos los interesados.
A que va todo esto querido lector, simple, este cinco de junio en diversas entidades del país se disputan las llamadas “elecciones”, el momento de decidir quien estará a la cabeza de seis estados; al igual que los jedi o sith, debemos tomar una decisión, a través del voto; pero, no es sólo hacer una marca en una boleta electoral, es apelar a un proyecto o perfil que los debe convencer, aún están a tiempo de informarse, conocer las propuestas de cada aspirante a cualquier cargo y sobre todo participar, porque al final nadie quiere una imposición, y que las palabras de la senadora Padme resuenen en su cabeza, “así se acaba la democracia, con un aplauso”…
Teodoro Santos
