Les pregunto: ¿No les ha pasado que aman una película porque tiene una trama interesante, con giros inteligentes y hasta ridículos de la narrativa, pero que al final los acaba decepcionando terriblemente porque todo se resuelve a golpes? A mí también.
Hay cosas que son de acción y hay cosas que son buenas historias, claro que pueden convivir, pero cuando hay un planteamiento que captura nuestra atención, sé que muchos nos decepcionan cuando se resuelve con puro trancazo.
Pues bien, como también me queda claro que hay millones que se decepcionan cuando NO hay puro trancazo, destaca la muy interesante y delicada confrontación entre el CEO de Meta y el de Twitter. Parece que la empresa antes conocida como Facebook sacará algo para competirle al pajarito azul y parece que la pelea llegará, literal, a los trancazos. Al menos eso quieren estos señores que creamos, que nos vayamos con la retórica de que la batalla será en una jaula y casi sin rejas entre ellos, y no en quién desarrolla el mejor algoritmo o quizá la red social que no haga tanto daño a la sociedad.
Es un show, no tengo la menor duda, pero el mensaje está muy claro: se está midiendo la… influencia. Se están divirtiendo sin importar qué mensaje estén mandando y, esto es innegable, están contando una gran historia. Pero, y los siento a todos los caballeros que sé no son así, no le están haciendo la menor justicia a su género ni a su posición de influencia mundial, dejando claro que los golpes son, no importa la tecnología que inventes o compres, lo que al final resuelve los temas. Aunque no sea uno relevante y las consecuencias no pasen del entretenimiento, el mensaje está claro. No veo mucho avance en la humanidad si esta historia es cualquier referencia de ella.
