¿Se imaginan si hace unos meses hubiese salido una película, no autorizada, crítica y aparentemente intensa y burlona respecto a alguna de nuestras candidatas presidenciales? No un documental, una historia basada en hechos reales, pero con el muy particular punto de vista de su director. Uno no halagador, por cierto.
Pues eso le acaba de pasar a Donald Trump en el Festival de Cine de Cannes, donde se presentó por primera vez El aprendiz, del director irani-sueco Ali Abassi, quien no escondió su opinión al decir: “No hay metáforas que valgan al hablar del fascismo”, después de la premiere en la ciudad francesa.
¿Tal vez se pregunten qué se pueda decir de Trump que no sepamos ya? Seguramente parece para muchos un exceso con fines electorales, pero lo cierto es esto: la manera en la que este hombre aprendió a jugar con el poder, el personaje siniestro que lo entrenó y la forma en la que en los 80 se creó la figura que hoy encabeza el partido Republicano es una historia que ya se da por hecho, pero citando una de las frases favoritas de Estados Unidos: “Solo en América”. Su versión de lo que es América.
Seguramente vemos nuestras propias absurdas narrativas nacionales, los debates, el golpeteo y las consecuencias de todo ello y nuestro instinto es decir: “Ya con esto tengo”.
Tendríamos razón. Pero, y solo me baso en las reseñas de quienes están en el festival y han visto la cinta para decir esto: a veces hay que ver atrás para entender lo que tenemos adelante.
Y creo que la creación de un monstruo así, “derecha o izquierda” es lo de menos ya, es algo que además de ser muy interesante resulta muy necesario para tomar decisiones hoy.
Allá, acá y donde sea. Todo está en los extremos, empecemos a entender qué pasó para que llegáramos ahí.
