Mi admiración y cariño para Mariana Garza crece más cada día, pero la experiencia que vivimos gracias a ella este pasado domingo en el Teatro Milán, tengo que decirles que nunca voy ni quiero olvidarla. Es muy extraño, porque quien les escribe ya conocía el texto de Pequeñas grandes cosas de Cheryl Strayed. Pero no había visto esta puesta en escena donde Morris Gilbert con Mejor Teatro hacen mancuerna con la pasión de Mariana para esto, y me di cuenta ese breve rato en una butaca con sana distancia, que yo ya no era la misma persona. Me di cuenta dos veces.
La primera fue cuando solté las lágrimas por la conmoción que me provocó escuchar tercera llamada. Como por ahí dice el personaje de Sugar (Mariana) “busca a tu tribu”, ese es el idioma de la mía y la extrañaba con desesperación. Pero luego me di cuenta de algo más, esta obra, sencilla, con cuatro increíbles actores y de concepto aparentemente simple: lo es todo.
En efecto, todos somos otras personas después de la pandemia, y aunque los consejos que el personaje de Sugar no tienen nada que ver con ella, tienen el universo en común. Lo que más humanos nos hace es esa capacidad de tener empatía, reconocer esas emociones y hacer algo con ellas. Salí otras dos veces porque me di cuenta de que estaba respondiendo de manera muy distinta a mi posible indiferencia del pasado, a temas que pensaba que no me tocaban. Porque me reconocí en el prójimo mientras lloraba, reía y no soltaba el brazo de mi hermana. El teatro transforma si uno está dispuesto a permitirlo, y después de tanto dolor y pérdida estos meses, ese abrazo escénico me hizo volver a ver para adelante. Gracias infinitas por ello a mi tribu, que está abierta para todos un amor descomunal y valor aún más desmedido. Nada pequeña la cosa ¿verdad?
Susana Moscatel
Twitter: @susana.moscatel
