Pasando frente a Televisa Chapultepec vi el enorme letrero con el cual promueven sus producciones que son prioridades desde hace muchos años, esta vez, destacando sobre todo lo demás, está la nueva versión de: Los ricos también lloran, emblemática novela de 1979 protagonizada maravillosamente por Verónica Castro y Rogelio Guerra. Yo apenas era una niña, pero me acuerdo de la Vero cantando, y de mi abuela callándonos porque era hora de ver su “comedia”.
Nos sentábamos con ella mientras los demás adultos de la casa discutían de política. López era presidente. López Portillo, pues. Y las conversaciones sobre la economía y la inestabilidad se filtraban en los cortes comerciales. México estaba por darle la bienvenida a más tiempos turbulentos. Estaban por iniciar los 80.
Brincando de golpe a 2022, no puedo dejar de sentir un poco de lo mismo. El discurso de austeridad es distinto, y la información vuela por mil canales más. Pareciera que la peor acusación que se puede hacer hoy es la de “tener dinero”. Ser rico pues. Más allá de la coyuntura, de los conflictos de interés señalados, me pareció interesante señal en Twitter que Televisa eligió un momento particularmente extraño en nuestro país para el refrito de esta telenovela.
Y ahí me dejaron claro que cada uno tiene su propia realidad y versión de nuestro México. Uno cachó o asumió cualquier suspicacia de crítica y me tachó de oposición. Con todo lo que eso conlleva. El otro es el que aún prefiere reír que llorar, y luego están los enemigos de siempre que solo hablaron, como siempre se ha hecho, de cuánto odian o aman a las telenovelas. Qué tanto y qué tan poco hemos cambiado, ¿no lo creen?
Susana Moscatel
Twitter: @susana.moscatel