Viendo los comentarios, videos y reportes sobre la millonaria boda del dueño de Amazon, Jeff Bezos, con la conductora de noticias Lauren Sánchez, me llamó la atención el comentario de un amigo: “¿Y a nosotros qué?, ni que lo pagáramos con nuestros impuestos”.
Lo dijo justo cuando todos volteamos a ver tres paquetes recién llegados, procedentes de la tienda más grande del mundo, en la mesa del comedor. Después de unas carcajadas volvimos al asunto.
¿Por qué nos molesta tanto que uno de los hombres más ricos del mundo gaste unos 50 millones de dólares en su boda soñada en Venecia? En el lugar las protestas tenían más que ver con el hastío respecto al turismo desbordado que ha hecho de sus vidas, dicen ellos, una pesadilla y un basurero. Para muchos de los demás, me parece, es una versión extrema del “acábate tu comida, hijo, ¿qué no ves que hay niños sin comida de África?”. La cosa es que, cuando nos decía eso, solo veíamos a nuestra madre con cara de: “¿Y qué?, ¿tú vas a llevar esa comida hasta allá?”. Evidentemente es más complejo que eso.
Si se calcula que su fortuna es de unos 227 mil millones de dólares, ¿qué son 50, verdad? Pero la realidad es que el evento, con estrellas como las Kardashian, Leonardo DiCaprio e Ivanka Trump, está siendo tomado con sorna y crítica por quienes no podrían encontrar una más clara muestra de los niveles de inequidad que existen entre la gran mayoría de la gente que lucha día a día para sobrevivir, y los muy, muy, muy pocos billonarios del mundo.
Ahora la pregunta de los niños de África resuena cuando el que está haciendo del despilfarro un acto público tiene hasta cohetes para llegar a Marte. En otras palabras, no son Jeff y Lauren, ni sus amigos famosos y poderosos, sino lo que representan en tiempos tan turbulentos como estos.
