Como buena niña de los 80, crecí maravillada por la magia de un cine muy particular, en el que si Steven Spielberg era amo y señor de la fantasía, Ivan Reitman era el bueno para la comedia. Recuerdo cuando vi Animal House (sigo sin creer, pero muy agradecida, que mis padres me dejaran ver la cinta de niña) no podía imaginarme nada más divertido que John Belushi. Esa cinta, que Reitman coprodujo cambió todo en las comedias salidas de Hollywood. A tal grado que para 1981, cuando salió El Pelotón chiflado con Bill Murray, Reitman ya tenía millones de fans le los que ahora nos llaman GenXrs. Y uno que otro Boomer.
Citar las comedias de este hombre a quien perdimos, solamente me lleva a recuerdos de carcajadas enormes en distintos momentos de mi vida. Cintas con las que compartí experiencias cinematográficas por primera vez con mi padre, que veíamos una y otra vez en ese reproductor de videos llamado Beta, y que años después seguían figurando en nuestras vidas. Sin duda, Meatballs y por supuesto Los cazafantasmas originales. Y claro, solo Ivan Reitman podría haber hecho de Arnold Schwarzenegger un grande de la comedia en Twins, con Danny DeVito, y luego en Kindergarden Cop.
A veces la vida pasa demasiado rápido y no nos detenemos a darle honor a quien honor merece, y Reitman es parte del ADN cultural del cine esos años. Hoy, su hijo Jason continúa fielmente con su legado; nunca habíamos necesitado esas risas como hoy. Por todo eso, gracias, Ivan Reitman, en tiempos de infamia, que viva la comedia.
@susana.moscatel