El pasado miércoles fue uno de esos días de noticias en esta fuente que nos tenían absolutamente enloquecidos. Una hora antes de la trágica noticia sobre la muerte de Talina Fernandez todos estábamos tratando de saber qué tan cierto era que Madonna, La Reina del Pop, estaba al borde de la muerte.
La respuesta: Hoy sabemos, es escalofriante porque estuvo muy, muy cerca de ello. Pero no fue así. Desde varios días antes, la cantante cayó rendida ante una infección bacterial que si bien no la dejó sin signos vitales por mucho tiempo, como reportaron los morbosos de las redes, definitivamente hicieron que los suyos temieran lo peor.
Cuando el mundo se enteró, La Chica Material ya iba camino a recuperarse y para el día siguiente ya estaba en casa, delicada aún, pero en casa, y fuera de peligro.
Madonna, así como lo fue Michael Jackson, es una artista única, quien se ha ganado cada uno de los enormes méritos de su carrera . Y también es alguien quien nunca se ha dejado detener por su edad, 64 años. Asunto admirable e inspirador cuando se trata de la autoestima y ambición artística. No tan buena cuando se deja de escuchar al cuerpo y la salud cobra factura.
No se de nadie con la ética profesional de esta mujer, y me puedo imaginar que hasta en los peores momentos en el hospital luchó por no posponer su gira. No puedo dejar de sentir, no lo sé de cierto pero lo intuyo, que de no haber sido por la muerte de Michael Jackson ante la presión de una serie de conciertos de escala extremo, ella tampoco hubiese parado. Siento que en este caso Madonna tuvo que aprender de tragedia ajena. Porque si hay dos artistas emblemáticos en los mejor de los 80 son esos dos. Agradezco, como niña de la generación MTV, que esta historia no acabó así también.