No, la gente, cuando muere, no se vuelve santa. Y me queda más que claro, por los años que compartí una cabina de radio y muchas increíbles experiencias con él, que ese no hubiera sido el deseo de Daniel Bisogno.
Pero sí hay cosas que, quienes vivimos experiencias más allá del personaje mediático, tenemos más que claras. Cosas que sí pudimos decirle en vida, y que ahora con su partida, y con la ferocidad de las redes sociales, me parece oportuno compartir con ustedes.
Daniel siempre fue de esas personas que causaban impacto. No era alguien posible de ignorar. No lo era en los mejores tiempos y mucho menos en los momentos más tensos que vivimos entre compañeros, en lo que fueron esos primeros tiempos en radio con el programa La Taquilla.
Ahí estábamos René Franco, Sergio Zurita y Lupita Reyes, todos intensos. Y el único que podía desactivar una bomba en potencia era Daniel, con sus ocurrencias, que nos hacían reír tanto que se nos olvidaba el pleito. Daniel era histriónico y con el mejor timing cómico que he conocido en la vida. Y si te hacía su cómplice, era imposible no salir con dolor de panza con tantas carcajadas. Pero resulta, también, que en los momentos más difíciles estuvo siempre presente, extendiendo una mano cuando no lo hacía nadie más. Siendo amigo en privado y “villano” al aire. Eso nunca se lo dejé de agradecer.
Era de esas pocas figuras que hasta el último de sus días le valió absolutamente un comino la “cultura de la cancelación”, aunque no estuvo exento de las consecuencias. Al final del día, uno se queda con lo mejor de la gente, y yo conocí a un Daniel sensible, divertidísimo y que amaba a su familia y a sus amigos como pocas personas. Así que, aplausos amigo, creaste un caos, nos hiciste reír por años, le diste todo a los tuyos, y sí, te nos fuiste demasiado pronto.