La relación que podemos llegar a desarrollar con una serie de televisión no solo debería ser objeto de estudio, sino que lo es. Y son varios. He dedicado un rato a leer cómo varias universidades han dado maestrías y doctorados a varios académicos quienes presentan sus tesis sobre su impacto en estos tiempos de streaming y por lo tanto binging.
Muchos de estos estudios tratan con el síndrome de abstinencia, la soledad e incluso una sensación de potencial depresión, cuando acaba algo que ha sido parte de nuestra vida, conversaciones y rutina por un rato considerable. Y claro, esta es la semana en la que yo y muchísimos más sentimos mucho de esto,
porque no solo acabó Succession, sino que unos días antes también terminó una de las series más inspiradoras, divertidas y brillantes que he tenido el placer de gozar: La maravillosa Mrs. Maisel.
Por otro lado, Jason Sudekis anunció también que ya viene el fin de Ted Lasso, así que no importa si uno vive en HBO, Prime o Apple, todos estamos ante el adiós a personajes que amamos u amábamos odiar; y aunque los finales nos resulten satisfactorios o una basura (voto por satisfactorios en los primeros dos casos) la verdad sí tengo una triste sensación de que el próximo domingo algo faltará en mi vida.
Sé que no todos son así de intensos. Sé que solo es ficción. Y también sé que compartir la emoción por una serie de ese calibre no pasa siempre, y cuando los temas tienen que ver con las relaciones humanas de esa manera tan brillante, solo puedo decir, en honor a las despedidas, que: Tits up! y ahora es mi turno de obedecer a Logan y “fuck off”. Solo por hoy.