La frase: “¿Ahora sí es cierto?” fue la inevitable respuesta de todos los que amanecimos el sábado pasado con la triste noticia de la muerte de Chabelo, quien tenía 88 años. No puedo realmente recriminarnos que esa fuese nuestra reacción, pero con más razón creo que vale la pena examinar qué dice eso de nosotros y no de “el amigo de todos los niños”.
Les cuento, alguien me hizo el extraño favor de reenviarme lo que escribí en esta misma columna el 3 de diciembre de 2010. ¡Sí! Hace más de 12 años estaba escribiendo: “Y que ‘matan’ de nuevo a Chabelo”, refiriéndome a lo horribles que somos con la gente que solo han sido parte de nuestras vidas, se han dedicado a entretenernos desde niños y que solo tuvieron la mala suerte de pasar por todos los años de las redes sociales explicándole a sus aterradas familias de que era solo un rumor el chistecito de decir que habían muerto.
Pues ahora sí fue verdad y fue una muerte rápida, rodeada de amor, de su familia y sin las tonterías que muestran que no tenemos ni respeto por nuestra propia infancia y nostalgia. Xavier López fue un hombre excepcional. Eso no quería decir que era el personaje de la tele todo el tiempo. Ya hablaremos de las joyas que hizo en la comedia (bendita Carabina de Ambrosio, por ejemplo), pero fueran o no (yo sí, y mucho) fans de la emoción de los domingos a las 7 de la mañana por generaciones gracias a este hombre, nuestra infancia no se fue con Chabelo, a esos recuerdos me aferro de la manera más linda posible. Se nos fue cuando decidimos pasar los últimos 15 años de su vida ‘matándolo’. Sí, merecemos esa espantosa X.
