Robert De Niro no acaba de iniciar su campaña para advertirle a su gente sobre el peligro que implica una segunda vuelta de Donald Trump en la presidencia de Estados Unidos. Desde la primera señal de que Trump iría por la grande ha declarado lo “loco, enfermo, ego maniaco y enemigo de las artes” que es. Fuimos testigos en la ceremonia de los Tony en 2018 cuando dijo: “Fuck Trump” con todas sus letras, y de la ovación de pie que recibió por ello en el Radio City Music Hall de Nueva York.
Es claro que la élite de Broadway coincide, en gran parte, con este sentir. Pero la guerra ha subido de tono y vale la pena documentar algunas cosas que hemos presenciado en el espíritu de ver lo que pasa por allá, para observar qué tanto pasa acá.
El día del Oscar había manifestaciones por todos lados y los guardias de seguridad que nos ayudaron a pasar por el perímetro tenían gorras rojas pro-Trump. Fue raro porque fueron muy amables. Una vez adentro nos gritaron desde las rejas: “Si ven a De Niro díganle que ching…”. No lo vimos y no lo hubiéramos hecho; resulto un momento curioso de atestiguar.
Han pasado muchas cosas desde entonces, muchas cosas reales. Queda claro que a Robert De Niro no le importa que lo dejen de querer los Republicanos por sus fuertes opiniones. Pero el odio es tal que hay videos editados de entrevistas que ha dado al respecto, como en el programa The View, donde insertan a alguien que pareciera que le responde y lo deja callado. Encontré la entrevista real y nada de eso pasó. ¿Para qué mentir con montajes cuando bastantes cosas dice el actor? No lo sé.
Cuando esas cosas llegan hasta chats familiares hay que explicar de vez en cuando la diferencia entre una opinión y una mentira. Como ha sido tema recurrente reitero: la verdad sí importa.