Política

Nuestro señor de la noche: Mictlantecuhtli

El taxista dijo que la luna estaba peligrosamente llena, del espejo colgaba una pequeña calavera y un rosario. La calle de Justo Sierra se desdibuja, extrañamente hay calor en pleno otoño. No existe una sola cultura que no sienta respeto o veneración por la muerte, ¿todos esos hombres antiguos que miraron al cielo de noche sienten lo mismo que los que hoy continúan mirando buscando explicaciones?... cuando estuve en Arizona no pude adentrarme en los mitos de la tribu de los hopis, veneran el cielo, con ellos compartimos raíces culturales, en cámaras subterráneas realizan rituales, el jefe de tribu solo transmite su conocimiento y significado de las pinturas rupestres a su clan. Los hopis llegaron de las estrellas, visitaron otros mundos antes de llegar a este, la ONU no quiso recibir su mensaje en 1992, ¿cómo podemos materializar algo que no conocemos ni hemos visto?, lo sabe mejor que nadie: el escultor, el orfebre, el que creó las complejas máscaras, el dibujante del principio del mundo, el que con sus manos confeccionó el primer tambor o hizo sonidos en las piedras para iniciar un ritual, yo no sé nada, sólo voy por ahí cazando historias. Los europeos ignorantes quemaron nuestros códices, ¿quién podría sentirse orgulloso de vivir en Europa?, continente rancio de visibles signos post-peste negra. Nuestra asombrosa cultura americana siente una profunda devoción pagana hacia la muerte, afuera de los templos en Día de Muertos, las señoras con sus canastas venden pan de muerto. Consta en las crónicas de Sahagún que estos panes se ofrendaban a los dioses, estaban hechos de maíz tostado y amaranto. Volvamos a los hopis, ellos profetizaron que ríos de piedra emergerían, así pasó, nació el asfalto, también que una enorme tela de araña surcaría el cielo, sucedió, ahí están las líneas telefónicas, el internet, la luz, así fue, desenterraron a nuestro señor de la noche al tratar de poner un transformador de luz cerca de lo que hoy conocemos como Templo Mayor. Era el año de 1994 cuando dos impresionantes esculturas de Mictlantecuhtli, dios de la vida y muerte, fueron saqueadas de las entrañas de la noche (tierra), tardaron cinco meses en sacarlo de su reino… he visto las impresionantes fotos de la excavación, los rostros de las dos esculturas nos miran desafiantes, atrapadas en las rocas parecen dormir o reinar entre oscuridad, muerte y silencio, siéntanse libres de interpretarlo como quieran. Las representaciones del dios llevan garras en las manos, hicieron pruebas a la piedra, se constató que las esculturas estaban bañadas de restos de sangre humana. El arte mexica era devoto del ciclo de la muerte/vida, representaba el hambre insaciable por la carne y sangre. En un códice florentino consta que Mictlantecuhtli tiene sed/hambre de nosotros, que no conoce el reposo, permanece jadeando, gritando, gimiendo, de noche y de día, ¿no es así la vida que se confunde con la muerte? ninguna es posible sin la otra.

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Susana Iglesias
  • Susana Iglesias
  • Escritora. Autora de la novela Señorita Vodka (Tusquets)
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