La ciudad es un sonido profundo, casi siempre ininteligible para los frívolos. Nos conecta con las calles, épocas determinadas. Recuerdo un momento de nuestra ciudad noventera, terrazas, bodegas, edificios abandonados, bosques, fábricas y antros de lujo albergaron miles de noches de música electrónica, drogas diluidas en pupilas de asombro. Un DJ en helicóptero, masas bailando. Modernos de porquería: sus fiestas circuit no son innovadoras, existieron proyectos más frenéticos aunque sufran. Aquella euforia sobrevive semi-oculta, lo que existe actualmemente es poco genuino, muy posado e inventado de la nada. Afortunadamente, hace unas noches, fui invitada a presenciar el set de 2 extraños seres que vienen de esa época dorada. Narran ante sus víctimas una retorcida ficción que se propaga a través del aire, la madera, el metal, paredes de musgo de un edificio en ruinas cerca de la calle de República de Uruguay, el cubo vacío de lo que fue un elevador, en las alturas más sórdidas infectaron a todos a los cuerpos/mentes presentes, no hay medicina en su sonido, sólo una mortal enfermedad: delirio y seducción animal que te transforma en un pedazo de la noche.
Ningen (2015) lo conforman Carlos Cortés (guitarrista) y Ricardo Lavalle (guitarrista), su música la puedes encontrar en Bandcamp, los tracks desaparecen y aparecen a capricho de sus ejecutantes. Lo suyo es el misterio. Están por entrar al estudio en cualquier momento. Carlos acaba de ganar un Oscar al mejor sonido por Sound of Metal, la música de Ricardo está en los comerciales más innovadores de las agencias más importantes del país, no cualquier músico podría hacerlo, algunos envidiosos y mediocres del undergrasa afirmarán lo contrario. Colaboran con Splendor Omnia, fundado por el cineasta Carlos Reygadas, también llevan por un camino exitoso su propio estudio: Phonolab, especialistas en arte sonoro. Escucharlos en vivo con su proyecto Ningen fue desconcertante y purificador, músicos desde niños, se conocieron a los 14 años. Su amistad los ha llevado a compartir espacios creativos. A veces una válvula de vacío, sonido reflejado o directo, una reflexión de la mano se proyecta al techo, 20 milisegundos de un arponazo con veneno oscuro, después un paisaje de nieve mortal y radiante que te hace sonreír. Sus cabezas de bosque ártico son fascinantes, no dejan escapar lo que ocultan, ahí está el misterio, por eso nadie puede explicar la música, nuestro ser no está encerrado en realidades históricas, es el misterio el que abraza toda nuestra existencia.
No es necesaria una reseña descriptiva de su sonido, existe su música y ustedes poseen los oídos para la ceremonia a Cernunnos o al misterio. Ricardo me dijo: tal vez cuando entiendes que podrías estar muerto…la vida es un gozo radiante, si piensas en la felicidad lo arruinas todo, no es una meta. Entendí por qué seres como ellos mataron al Buda. SON, plenamente son, emiten la luz y la tiniebla que los habita sin aleccionar a nadie.
Susana Iglesias*
*Escritora. Autora de la novela Señorita Vodka (Tusquets)