Política

'Hipnosis'

El silencio del taxi se siente extraño, viajamos entre las calles de la colonia Clavería, Azcapotzalco, zona preciosa que empieza a gentrificarse, aquí nació José José, su estatua está en el Parque de la China. Mis oídos recuerdan la última canción que acaba de tocar Mars Volta en el Bicentenario, un bio-parque tan importante como Chapultepec. Son duros los festivales de más de 12 horas, sin importar quién es headliner. Hipnosis fue vertiginoso, puntual, creo que tuvieron mucha intuición para elegir el orden de géneros y atmósferas, all time la banda próxima a tocar estaba al menos media hora antes o más conectando/probando sonido en uno de los escenarios gemelos que no permitieron que la música dejara de sonar. Tocaban Lazy Eyes cuando crucé los filtros, ingreso rápido. Trance dulzón, eso fueron. Esperaba que la oscuridad de Tempers en vivo fuera un contraste brutal con escenas tipo picnic de los asistentes, me quedo con sus grabaciones de estudio, demasiado pop —me dice mi cabeza—. Cuando subió Still Corners decidí recorrer el lugar, beber algo, la luz empezaba a volverse desértica. Los Psychedelic Porn Crumpets con su fabulosa energía delirante me llevaron hasta la zona VIP, personas disfrutando sentadas de la música, el olor de carne asada, bloqueador solar, cerveza oscura, la ausencia de humo de cigarro fue fabulosa. Decidí ponerme las gafas oscuras, pensé mucho en mi querido Baron Wolman, en cómo se ganaba la vida en festivales documentando con su cámara el rock, recordé lo que me dijo acerca de Woodstock, cómo se acercó a ese mundo: “igual que tú, con esa actitud y energía, nunca desistas”. De pronto, vi cerca de la entrada al backstage una cara inolvidable, sí, Angus Dowling, el líder de Babe Rainbow, fue un talismán al posar para mí antes de subir al escenario, es una banda que siempre quise ver en vivo, Jack Crowther también posó. Ya no me detuve, de pronto ante mis ojos estaban desfilando los integrantes de Osees, se subieron reventándolo todo, cuánta rabia y disociación en ellos, indescriptibles momentos, fue ahí cuando tras la valla se cruzaron nuestras miradas, un jovencito de cabello largo/ondulado me mostró el punk de su generación quitándose la camisa, señalando orgulloso un tatuaje en su pecho, mirando desafiante la cámara. Kikagaku Moyo, impecables, fascinantes raros. The Black Angels conmovieron profundamente, esperé mucho tiempo verlos de nuevo, en algún momento, después de Moon Duo y Chicano Batman, ellos: los rockstars, estaban entre nosotros, esperando escuchar a Primus, ¿cómo lo hacen?, son unas bestias, ultraprofesionales, la monstruosa banda estuvo al menos dos horas antes de su actuación organizándose con su crew abajo del escenario. La seguridad se puso algo violenta, subía The Mars Volta tras más de 10 años de ausencia, qué descarga inolvidable, pura nostalgia. Nos fuimos apagando, regresamos a nuestras habitaciones silenciosas sin paz. 

Susana Iglesias*

* Escritora. Autora de la novela Señorita Vodka (Tusquets)

Google news logo
Síguenos en
Susana Iglesias
  • Susana Iglesias
  • Escritora. Autora de la novela Señorita Vodka (Tusquets)
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.