Arturo, tengo casi la certeza de que no coincidimos físicamente en nuestra existencia, pero tu nombre e historia me acompañan desde el pasado 9 de septiembre, cuando te quitaron la vida.
Cuando se supo la noticia, se destacó que eras originario de la comunidad de Santa Rosa de Lima, en el municipio de Villagrán y que contrario a lo que se pudiera imaginar en una fácil conclusión del caso, eras un joven de bien.
Eras estudiante de la Universidad Politécnica de Cortazar, lo que a su vez es un reflejo del apoyo de tu familia y su amoroso interés por darte mayores posibilidades de desarrollo y una mejor calidad de vida.
Esa mañana, previo a tu muerte, en la carretera Salamanca-Celaya, dos grupos de personas se agredieron con armas de fuego; tres de las cuales perdieron la vida.
Sobre su muerte, nadie se pronunció…. Pero sobre la tuya sí.
Una bala “perdida” te alcanzó y te hirió de muerte. Los testimonios señalan que te desvaneciste al interior de un camión aledaño a la parada, cuando pedías ayuda.
Finalmente, moriste en el hospital.
A los pocos instantes de conocer la noticia, tus compañeros y el rector de la Universidad, se pronunciaron en contra de la violencia que trunca el desarrollo, los sueños y aspiraciones de las y los jóvenes. Ello además de ser una petición legítima y compartida, es una muestra del cariño que te ganaste en vida.
Te escribo esta pequeña carta, tal vez en un acto de egoísmo para expresar el dolor que tu muerte, aún sin conocerte, me causó. Pero sin duda el principal motor para hacerla pública, es honrarte y reconocer a tu familia, porque ustedes son ejemplo de lo que es Guanajuato: gente de bien que busca superarse.
Por ello y por ti, es por lo que las autoridades no pueden ni deben dar un paso atrás en combatir al crimen.
Por ti es por lo que no se puede regatear el cumplimiento de la ley.
Es porque no haya más casos como el tuyo, por lo que no podemos ni debemos desgastarnos en discusiones políticas, administrativas o ideológicas; es por ti por lo que no podemos dejar de cuidar y valorar a las y los buenos policías.
Es por ti que no se debe recortar, subejercer o malgastar los recursos en materia de seguridad.
Es por jóvenes como tú, que evitaron la tentación del dinero fácil del crimen y que decidieron hacer de la cultura del esfuerzo su principal fortaleza, por lo que todos y todas, desde la posición que nos ha colocado la vida, debemos defender el derecho a una vida plena.
Es por ti, Arturo, por lo que no hay tiempo que perder.
La justicia siempre alcanza al criminal en su carrera. Y para quien te quitó la vida, el reloj empezó a correr.
Seguramente habrías sido un gran ingeniero. Pero aún y en la trágica circunstancia de tu muerte, vivirás en el corazón de otras personas, para quienes la donación de tus órganos significa una nueva oportunidad… porque hasta en eso fuiste ejemplar.
