Ayer concluyó una parte del doloroso trance luego del atentado contra el alcalde de Valle de Chalco, Francisco Tenorio Contreras, acribillado por un mozalbete sicario luego de una jornada de trabajo en su municipio. Los detalles se han reseñado ampliamente en estas páginas, pero si no aprendemos algo de esta amarga experiencia, la muerte del edil habrá sido en vano. Considero que estas son algunas lecciones que, aunque conocidas, nos resistimos a asimilar.
1.- La seguridad pública va de la mano con el desarrollo social. Valle de Chalco, como otros municipios con amplias zonas de miseria, son un caldo de cultivo para la violencia. Y no, los pobres no son delincuentes como condición sine qua non, pero ante la falta de oportunidades oficiales para la población es muy fácil que muchos, especialmente los jóvenes, accedan a las que les ofrecen los criminales.
2.- Las amenazas a las autoridades deberían perseguirse de oficio. Tenorio fue amedrentado varias veces y lo hizo del conocimiento público, pero al parecer no siempre siguió el camino jurídico correspondiente (y si así lo hizo y no tuvo eco, tanto peor). En estos casos no solo amenazan y atentan contra un ciudadano como todos lo somos, sino que ponen en riesgo la estabilidad de toda una comunidad. Este no ha sido un caso raro o aislado, al contrario.
3.- En aras de la imagen pública y de una cacareada austeridad, se ha abandonado la seguridad de personajes de este perfil. Y es que si el mismísimo presidente de la República borró de un plumazo el Estado Mayor militar que celosamente lo resguardaba, en el último eslabón de la cadena más de uno se sintió obligado a replicar la ausencia de guaruras y blindajes, con las evidentes consecuencias.
4.- Falta muchísimo camino en la convivencia metropolitana y preparación de las policías locales. Valle de Chalco es limítrofe con Tláhuac, en Ciudad de México. Los municipios, con sus deficientes corporaciones de seguridad, son vulnerables hasta un grado inconcebible cuando un cartel (o varios en este caso) decide ampliar "su territorio".
5.- Es urgente ampliar las labores de inteligencia. Quizá con atención previa, los trágicos acontecimientos podrían haberse anticipado con algo de precisión. El arribo de elementos estatales, locales y hasta de la guardia nacional a la zona de los hechos horas después, pareció un pésimo chiste de película de pastelazos.
Hay mucho más. Llámele como usted quiera, errores, omisiones y negligencias, o también con el eufemístico "áreas de oportunidad", pero si no actuamos todos de inmediato, el crimen terminará de instalarse como un suprapoder que tenga aún más agarradas por el cuello a las autoridades, particularmente municipales, las más próximas a la población