Ahora reparte periódicos en un crucero. Viste una casaca fosforescente con las noticias –las buenas y las malas- en el pecho. Es un escaparate móvil para la portada del diario. Dice que gana menos pero que, aunque sea, tiene algunas prestaciones. Cómo ve, joven, pregunta. Allá no tenía seguro pero ganaba un poco más, qué me conviene, joven. Usted qué dice.
Los coches pasan a un lado. El sol empieza a despabilarse sobre la ciudad que ya cumple varias horas despierta.
Que qué le conviene.
Aunque ahora –y en los días más recientes- lleva periódicos entre las manos, parece saber casi nada de las noticias. Quizá no se enteró de bien a bien cuando en la agonía del sexenio anterior quedó aprobada la Reforma Laboral, esa en la que se legalizó que una empresa le pagara por trapear el piso de otra compañía.
Sus lentes hacen que los ojos se le vean pequeñitos. Un mechón de cabellos cae sobre el rostro blanco, rostro de cuarentañera.
Que qué le conviene.
Le conviene que los empresarios no hubieran financiado las elecciones en Estados Unidos. Le conviene que esos magnates no hubieran presionado al gobierno norteamericano para llevar la democracia a Medio Oriente. Le conviene que no hubieran arrancado con su proyecto modernizador. Le conviene que ese país árabe, por recomendación de Estados Unidos, no hubiera explotado de manera excesiva el petróleo. Le conviene que el precio del recurso no se hubiera ido al suelo por el incremento de la oferta. Le conviene que eso no hubiera causado inestabilidad en los mercados mundiales. Le conviene que el crudo no se hubiera vendido solamente a cambio de dólares. Le conviene que el precio de esa moneda no se disparara.
Y le conviene que el gobierno de México, país donde vive, no hubiera contraído la quinta o cuarta parte de su deuda en dólares. Le conviene que las calificadoras no hubieran bajado el nivel del país para adquirir créditos. Le conviene que eso no le hubiera pegado al peso mexicano. Le conviene que las importaciones no representaran una cifra tan importante. Le conviene que el maíz o las medicinas por ejemplo, no se produjeran en el extranjero.
Si antes la cosa estaba difícil, más ahora con las noticias que trae consigo. Lo pienso pero solamente le digo No sé.
Sergio Gómez twitter: @Sergomezv
