Los profesores que ostentaran un doctorado podrían recibir hasta 27 mil pesos libres de impuestos. Por un trabajo con un horario inmejorable, con descanso los fines de semana y casi un mes de vacaciones al año, resultaba muy atractivo. Quienes obtuvieran buenas calificaciones en la evaluación, ganarían más. La Reforma Educativa acababa con uno de los obstáculos que debían enfrentar los entusiastas profesores nuevos: el tiempo. Para percibir un mejor sueldo, ya no tendrían que esperar años y años a que se jubilaran varios compañeros; bastaba estudiar para la evaluación o para un posgrado. El resultado: México tendría a los mejores profesores del mundo.
Nada, más falso.
Cuatro años de puesta en marcha de la Reforma Educativa han confirmado los temores de la disidencia magisterial: la intención del Estado mexicano jamás fue mejorar la educación sino aplastar los derechos laborales conquistados por una de las uniones sindicales más grande del planeta.
Hubo personas con posgrado que creyeron el engaño: presentaron examen para ser profesores y, al momento de enterarse del sueldo real, se arrepintieron. La oferta de casi 30 mil pesos mensuales estipulada en el papel, se convirtió en un sueldo de menos de seis mil. Eso es lo que en realidad ofrece el gobierno por ocupar una de las escasas plazas que se han abierto en los semestres más recientes. Casi no hay nuevas contrataciones: los docentes se jubilan y, en lugar de abrir espacio para personal nuevo, el que ya está en el sistema debe cumplir con más horas frente a grupo. Para ello, los maestros eliminan de su agenda los minutos destinados a revisar exámenes y tareas o a preparar la clase. Quienes tenían labores especiales como la difusión cultural o el acompañamiento de alumnos con problemas en sus hogares, se ven obligados a dejar esas actividades para llenar el espacio de quienes se están yendo. Además, las promociones para maestros en activo están detenidas. No se han presentado oportunidades para concursar por una mejor categoría salarial.
La desaparición de la herencia de plazas, el único gran logro de la Reforma Educativa, es inútil: con estas condiciones ¿quién quiere ser maestro?
Hay un camino para mejorar la educación en el país y va en otra dirección a la ruta tomada por el gobierno: si queremos mexicanos dignos deberíamos dignificar la labor docente, no pisotearla.
@sergomezv