¿Te conté la historia del Neno? El Neno es el mero mero de Los Clovers, el de a rapa, cachetes cacarizos y ojillos inquisidores.
No recuerdo si ya te la conté, por eso te pregunto. El caso es que ahora me acuerdo de aquella historia, esa que fui a cazar cuando me metí a un barrio gacho y la hice de reportero como para sentir que uno puede hacer algo más que estar sentado, leyendo noticias frente a una cámara.
Él mismo me la contó. Se metió un pase y agarró confianza. Fue una de esas tardes que van agonizando poco a poco. Vaciamos las caguamas con el ritmo que el sol trae cuando se esconde tras las casas.
El Neno me recuerda al Pizarrón. El Pizarrón es un primo lejano. Lo conocí hace añales. De chavillo, me quedaba como menso viendo los tatuajes que le cubrían casi todo el cuerpo; por eso le decían así. Llegó a México huyendo de no sé qué. Algo malo había hecho en El Otro Lado.
El Neno, como El Pizarrón, está todo rayado. Trae a sus mujeres en el pecho, tres rostros; también, el calendario azteca, tribales y ve tú a saber qué tanta cosa tiene tatuada.
Los hommies que lo acompañaron ese día y aquel otro en el que se estrenó como asesino le echaron la mano en el recuento de los hechos. Le echaron la mano y también carrilla. Para eso están los compas.
Decían que le dio cuello al equivocado. Que el tipo al que se despachó a filerazos no era el bueno, que tenía un gemelo y al gemelo fue al que dejó tirado, con la sangre que no se está quieta, que huye del cuerpo poco a poco cuando una navaja abre una salida.
El Neno decía que ni madres, que no les hiciera caso, que ni modo de haberse equivocado. Pero supe, por esa mirada, que la carrilla le hace dudar, aunque sea por un instante.
-¿Qué se siente matar a alguien?
-De verdad, en ese rato, no se siente nada. Nunca he tenido pesadillas ni remordimiento.
Ahora que me acuerdo de la historia del Neno, caigo en la cuenta que es demasiado romántico pensar que los dictadores batallan para dormir. Dudo que los alcaldes, gobernadores, presidentes y empresarios que roban y mandan matar tengan problemas de insomnio. Ahora sé que no es tarea de sus conciencias: la obligación del pueblo es impedir que duerman aquellos que nos robaron los sueños.
@sergomezv
