se plantó la madrugada del viernes 23 de abril en la máxima tribuna del país, un hombre que ha sido protagonista de la transición democrática del país.
En la discusión por la ampliación del periodo del presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, un mexicano de excepción de 87 años señaló su profundo rechazo a la decisión que más tarde tomarían sus compañeros; la decisión de la mayoría de votar a favor de esta ampliación era evidentemente inconstitucional, pero la instrucción estaba dada.
El discurso de casi hora y media no evitó la aprobación, pero hizo historia y dejó cátedra política.
Porfirio Muñoz Ledo expuso el momento decisivo que vive el país: “la democracia necesita demócratas donde quiera que estén. Sin demócratas no hay democracia.”
“...lo que está ocurriendo en el país tiene dos visiones: estamos por una parte llegando a lo que algunos actores llaman bifurcación de la historia; este es un momento de no retorno, o nos vamos de un lado o nos vamos del otro, o nos vamos hacia la democracia o nos vamos al autoritarismo.”
Es un momento decisivo. La posible ampliación del periodo de la Suprema Corte, la amenaza de desaparecer al Instituto Nacional Electoral y al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, la amenaza de vetar el presupuesto si se pierde la mayoría en la Cámara de Diputados, entre otros riesgos, nos confirman que México tiene que tomar un camino: regresar al autoritarismo o madurar su democracia.
Está en juego el futuro del país; pero como lo dijo el Dip. Muñoz Ledo, la democracia necesita demócratas. Es este un llamado a los actores de todos los colores políticos a optar por el camino de la democracia y a los ciudadanos a exigir el respeto a nuestra Constitución y a nuestras instituciones. En nuestras manos está.
No se trata de un color político u otro, se trata de un orden que permita estabilidad más allá de la voluntad de alguna persona; se trata de generar un clima de competencia política donde los ciudadanos puedan elegir la opción que mejor resultados les otorgue; las personas son de paso, las instituciones permanecen. En la vida pública de nuestro país, primero las instituciones. _