Cuando entré a estudiar la licenciatura en derecho no tenía la más mínima idea de qué era un corredor público. En el aula tuve la suerte de tener muchas maestras y maestros verdaderamente admirables; pero dos de las que más pude aprender, eran corredoras públicas.
Xóchitl Barrios y Alejandra Perales fueron y siguen siendo dos grandes ejemplos; ello hizo que mi interés por conocer en qué consistía la correduría pública fuera muy grande. Los corredores públicos son licenciados en derecho que tienen fe pública; es decir, dan certeza y garantía de qué hechos que interesan al derecho, efectivamente ocurrieron.
Pueden hacerlo sobre actos y hechos de naturaleza mercantil.
Ante ellos se pueden constituir sociedades mercantiles como sociedades anónimas; formalizar actas de asamblea; celebrar contratos de tipo mercantil (excepto compraventas sobre bienes inmuebles); realizar certificaciones de hechos; ratificación de documentos y cotejos relacionados con los negocios.
Los corredores públicos son también árbitros en la solución de controversias y peritos valuadores tanto de tangibles (bienes muebles o inmuebles) y de intangibles como marcas.
La pregunta después de conocer esto fue, ¿cómo puedo llegar a ser corredor público? Uno pensaría que en un país donde existe tanta corrupción para lograr ser corredor deberías tener una palanca más o menos del tamaño de un gobernador; pero para ser corredor público es necesario acreditar dos exámenes ante la Secretaría de Economía del gobierno federal. La Ley Federal de Correduría Pública regula los requisitos y el procedimiento.
La realidad es que acreditar estos exámenes requiere de años de estudio. No hay tantos corredores públicos en las entidades federativas, quizá esa sea una de las razones por las que se conoce poco de ellos.
Pero una vez habilitado, a diferencia de los notarios, pueden ejercer su fe pública en la entidad federativa que para ello elijan, pudiendo cambiar de residencia con la autorización respectiva.
Hace unos días, el primero de mis amigos de universidad, con base en una gran preparación y mucha persistencia, logró acreditar el examen definitivo.
Sergio Barrón, abogado tamaulipeco, es hoy un nuevo corredor público.
Doble gusto, primero porque sé de su calidad profesional y humana. Segundo, porque me llena de ánimo saber que en México hay casos donde el esfuerzo por sí solo puede conducir al éxito. _
