En México habitan 128 millones de personas; en Japón son 126 millones de habitantes. El lamentable asesinato del ex primer ministro de Japón, Shinzo Abe, extrañó al mundo.
Japón no es un país donde ocurran ese tipo de situaciones, y a pesar de que los números de población son muy parecidos entre México y Japón, la realidad en seguridad es radicalmente diferente. Una dato nos da dimensión de las diferencias: mientras que de 2017 a 2021, en Japón hubo solo 14 homicidios con arma de fuego, en México fueron más de 120 mil.
Son poblaciones similares, pero son mundos absolutamente diferentes y ello se refleja también en que la esperanza de vida tanto en mujeres como en varones es 10 años mayor en el país asiático.
En México no hemos sabido cómo enfrentar la inseguridad; no es necesariamente un tema de recursos en el ramo de la seguridad pública o de la seguridad nacional, porque incrementos presupuestales no han significado menos violencia.
La realidad es que vivimos en un Estado de derecho extremadamente selectivo y flexible, las reglas del juego aplican para unos cuantos, generalmente para los que no tienen una red de protección social o económica que, a veces, se vuelve un manto de impunidad. Nuestra justicia la mayoría de las veces llega tarde o no llega, y con esas reglas salimos a la calle diariamente. Un México con impunidad, con corrupción, con violencia, con la ley del más fuerte.
Nos acostumbramos a las cifras, pero si comparamos los muertos por arma de fuego los últimos 22 años, la peor pandemia en México es la inseguridad.
La apuesta, desde luego, no solo es el camino del apoyo social. Recordemos que hay documentados casos de personas que aún teniendo ingresos económicos altos aceptaron formar parte de actividades ilícitas violentas.
Tampoco el camino es reforzar solo lo policíaco. Nos hacen falta valores humanos, y aunque nos costará generaciones y generaciones, espero que aquí un día se valore realmente la vida de las personas.
El país que queremos dejar debe ser uno en el que promovamos la paz, el camino de la violencia es uno ruin, tan ruin que lo tienen que disfrazar con dinero. No hay mexicana o mexicano más valioso que aquel que elige un modo de vida honesto; son ellos, nuestros verdaderos héroes. _
