Desde hace algunos años, hemos venido hablando del bono demográfico que hoy tiene México y que en 2030 empezará a caer.
Este bono demográfico significa que una cantidad mayor de personas están en edad de trabajar o de producir respecto a la proporción de niños y adultos mayores.
Es, por lo tanto, una ventana de oportunidad que puede ayudar al país a tener un crecimiento económico más rápido y un mejor desarrollo para sus familias si se realizan las inversiones adecuadas en educación y si se generan oportunidades de empleo suficientes y de calidad.
México es ahora mismo un país con alrededor de 37 millones de jóvenes y la pregunta de fondo es: ¿realmente aprovechamos esta ventana de oportunidad y vamos hacia un mejor futuro, o el envejecimiento de nuestra sociedad significará retos aún mayores?
Actualmente, muchas oportunidades de empleo son insuficientes y de baja calidad, y no brindan beneficios como seguridad social o ahorro para la pensión.
De manera que el bono se está volviendo un pagaré democrático, donde más gente y de más avanzada edad no contará ni con seguridad social ni con una pensión digna.
Más allá de los gobiernos, nos toca a nosotros generar condiciones para nuestro futuro.
Entre los retos están el que muchos jóvenes viven al día, ante las elevadas rentas y la inflación que merma la capacidad de ahorrar.
También, la mentalidad de “disfruta ahora y acumula menos” que aunque en la narrativa es poderosa, con el paso de los años es altamente costosa.
En una plática con Alma Galarza, abogada dedicada a temas de ahorro para el retiro, gastos médicos mayores y otros productos financieros, coincidimos en la obligación de ahorrar.
Hacerlo nos abre la posibilidad de tener un seguro que significa protección.
La población envejecerá y requerirá mayor atención médica y, ante limitaciones de los gobiernos, tendrá que buscar servicios médicos privados que resultan impagables para la mayoría de los mexicanos si no se cuenta con un seguro.
Pensemos en una pensión, porque la pensión para adultos mayores del gobierno, ayuda, pero es insuficiente; pensemos en la educación de nuestros hijos o en la vivienda de nuestra familia.
La realidad es que, en cualquiera de los escenarios que imaginemos, adverso o positivo, hoy, mañana y siempre, necesitamos ahorrar y hacerlo ya para construir el futuro que queremos.