en la carrera de Derecho, pugnar por la revocación de mandato era un tema usual en los trabajos de tesis. Hoy que está aprobada y que el próximo domingo 10 de abril los ciudadanos tienen una cita con otro instrumento democrático, la realidad contrasta bastante con lo romántico de la teoría.
Creo en las libertades. Nuestro país tiene que ser antes que todo un país de libertades. En el ejercicio de esa libertad cada ciudadano debe tomar su decisión. Que cada persona decida si vota o no y que nadie le diga que está mal.
La revocación en la teoría está pensada para separar al gobernante de su encargo; en México está pensada y será ejecutada bajo una concepción de ratificación.
Llevo unos cuantos años en la política, pero son suficientes para saber que no creo que decenas de millones de mexicanos vayan todos por su propia voluntad a votar para que se quede un Presidente, cualquiera que fuera este y por popular que fuera; voy más lejos: si votaran por que se fuera, tampoco creería, al menos en estos tiempos, que solo los mueve la voluntad.
Se necesitan más de 37 millones de mexicanos para que la revocación sea vinculante, es decir, para que su resultado sea obligatorio; hablamos del 40% de la lista nominal en un país que siempre ronda el 50% de abstencionismo a pesar de las movilizaciones que realizan todos los partidos políticos, los candidatos y los gobiernos.
Hay quienes auguran que, de obtener un gran resultado el domingo el Presidente, sería esto la base para pensar en la ampliación de su mandato o en una reelección; pero esas declaraciones todavía no tienen más fundamento que opiniones.
¿Qué veremos el domingo? Grandes movilizaciones y, otra vez, un hecho que divide más a los mexicanos. Chairos contra fifís, conservadores contra liberales, ricos contra pobres, los que van a ir a votar y los que no van a ir a votar.
Nos distraemos de los temas importantes y sigo soñando con un gran llamado a la unidad nacional, con un llamado a la reconciliación porque creo que representaría también un llamado a la paz. Las campañas y las elecciones dividen, y ahora también lo hace la revocación de mandato.
Quien podría ser el principal afectado es el principal promotor, para unos, un demócrata; para otros, un irresponsable; para todos, un experto de la comunicación y de la política, tan así que hoy hablamos de esto y de nada más. _