Otras reflexiones de la jornada electoral. Una oposición que no supo ser alternativa. El mensaje de la mayoría de los mexicanos para los partidos de oposición fue muy claro.
La sola crítica no basta si la única oferta que se hace es la de volver a los esquemas y a las actitudes que fueron la causa del por qué hoy no gobiernan.
Una narrativa basada en datos y en razones no es suficiente para justificar actitudes arrogantes ni frivolidades.
5. Los apoyos sociales fueron clave.
Todos los partidos y todos los candidatos los abordaron. Prometieron que se quedarían, que crecerían en monto o en beneficiarios o que se complementarían con otros apoyos y acciones.
Muy pocos se atrevieron a cuestionarlos de fondo. De ese tamaño fue el reconocimiento que se hizo al presidente y a este gobierno, y ahí es obligada la reflexión.
En el gobierno de Peña Nieto, 42 millones de personas eran beneficiarias de los programas de la entonces Sedesol; ahora hay casi 30 millones de beneficiarios de los programas del Bienestar, pero la “fidelidad” no fue la misma.
La diferencia reside en buena medida en que ahora los programas de mayor monto no están condicionados a temas de alimentación, educación y producción, sino que son universales.
Hoy son directos y con un monto mucho mayor, además están acompañados de una narrativa de justicia social y de reconocimiento y no de una que pareciera que los beneficiarios eran una carga.
6. El papel del crimen aleja aún más la decencia en la política.
Muchas muertes relacionadas directamente al proceso electoral; lugares donde no se podía registrar candidatos o los que se registraban eran testimoniales; zonas con porcentajes de participación irreales y votaciones unánimes.
Quien no quiera ver que ya están escogiendo candidatos e imponiendo ganadores en muchas regiones del país, no quiere ver el México en el que estamos.
Es tiempo de dejar de pensar que el país que queremos va a llegar de la mano de un liderazgo político y de entender que ese país lo empezamos a construir en casa y en nuestro entorno de influencia.
La decencia se aleja cada vez más de la política y es síntoma de la descomposición social que tenemos desde hace mucho tiempo.
Decía José Martí: haga hombres quien quiera hacer pueblos. Nos toca formar mexican@s para hacer país.