Cada gestión del gobierno federal conlleva un riesgo en los resultados, independientemente de la estrategia aplicada, presentando objeciones y resistencia como se reflejó en las pasadas elecciones, en donde la ciudadanía dio su confianza a una persona únicamente por la esperanza del cambio sin estar comprometida con un Plan de Gestión Gubernamental estratégico acorde a la necesidad de desarrollo de la nación.
Lo ocurrido en Culiacán proyecta que las estrategias del gobierno actual se han convertido en el presidencialismo protagonista, potencialmente de alto riesgo de la práctica democrática que a la luz del día, se caracteriza por la amenaza y la probabilidad de poner en peligro al sistema democrático en México, aunado a que en el país se ha acrecentado el riesgo derivado de la falta de evaluación y adecuación de las estrategias, lo que conlleva a que las personas sean afectadas y vulneradas por el propio sistema. Ante este tipo de situaciones que afectan de manera directa lo social, cultural, económico y político, la sociedad podría reaccionar negativamente y poner en peligro el tejido social; en este sentido, las divergencias que se dan entre los ciudadanos y el gobierno, no deben rebasar la ignorancia de la magnitud de estos riesgos por la fallida estrategia.
Por ello, es necesario que la ciudadanía conozca el impacto que proviene de esta mala estrategia para evitar así que se quebrante aún más el derecho del individuo al igual que el sistema democrático, donde ambos emplean desgobernabilidad en el país. Por tanto, es necesario que se analice el comportamiento del gobierno ante esta situación de riesgo, dado que lo que ocurre en la nación es visto como un problema de alto riesgo para los ciudadanos, el cual debe atenderse y evaluar el comportamiento del gobierno en turno.
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