La amistad política es algo esencial en el poder y a la vez, es un bien compartido; tiene que ver con la conveniencia, y mirar hacia la misma dirección, es tener intereses en común, o un beneficio propio.
No siempre es necesario tener la misma forma de enfoque, suele ser muy complejo, cuando el interés y los objetivos tratan de manejar situaciones propias o de beneficio personal.
La amistad política llega a ser transitoria y está sujeta a cambios, incluso implica confrontación entre los mismos amigos; además, no está exenta de desafíos. También puede proporcionar beneficios, ayuda mutua y colaboraciones en un proyecto común.
La amistad política suele tener la posibilidad de generar más cercanía con los gobernantes, pese a que es una realidad pasajera, no se puede negar el poder que contribuye a la construcción de un proyecto social, económico y político.
Es fundamental establecer límites claros y garantizar la regla de la amistad en cualquier relación del ámbito político, y tener cuidado para evitar conflictos de interés. Asegurar la amistad política es un mundo complejo polarizado, relacionado a no caer en una perspectiva equivocada o de obligaciones fuera de la realidad del código de amistad, el cual se puede distorsionar, como es el caso en el estado de Hidalgo, que la mayoría de los ciudadanos cuestionan el código de lealtad respecto de los amigos del gobernador Julio Menchaca Salazar.
En la realidad el poder acerca a todo tipo de amigos, como las amistades de ocasiones, quienes están cuando hay poder y relevancia, como industriales, profesionistas y una gran parte de los actores sociales que tienen la posibilidad de obtener un beneficio, otro tipo de amigos traicioneros que en cara proponen y a la espalda ponen mano sucia, que son los de la mayoría de los nuevos integrantes de Morena. Lo más importante y extraño es que los amigos leales han estado desde siempre en las malas y en las buenas; hoy no tienen ningún rol que apoye al proyecto exitoso del gobernador.