El régimen democrático se legitima mediante las elecciones.
Estos permiten a los ciudadanos elegir a sus representantes y expresar su preferencia política y ser espacio de lucha por el poder entre diversos actores.
En este sentido los partidos políticos crean su cuarto de guerra para manejar adecuada y coordinadamente la competencia en forma pacífica o violenta, dentro de las reglas de la legislación electoral.
Esto se ha visto en Hidalgo, donde se han producido disturbios entre militantes del mismo partido que rechazaron la designación de sus candidatos y los ex candidatos decidieron presentar recursos para resolver sus diferencias.
Se han presentado más de 60 apelaciones en varios municipios por ex aspirantes del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y han renunciado candidatos de las principales agrupaciones por la inconformidad por la designación de los candidatos.
Esto permite anticipar una guerra sucia con la que no pueden defender su estrategia electoral, sino todo lo contrario, se incrementará la desconfianza y el hartazgo de la ciudadanía en las próximas elecciones.
Esto va a llevar a que el único ganador sea el abstencionismo y eso será un golpe fuerte a la democracia y la posibilidad de que la gente crea en cualquiera de los mecanismos que presumen los partidos políticos con los que pretenden atender a la población.
Vale recordar que esos actos anticipados de conflictos en los partidos políticos están fuera de la ética electoral, señalan la ambición del poder y la pobreza del fondo ideológico de los institutos políticos y será un modelo fallido para 2021 olvidando que la regla del conflicto electoral es que éste no es al interior, sino defenderse de los adversarios reales.
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