El acercamiento entre la mujer y el poder político ha marcado el avance de la democracia en la sociedad hidalguense.
A partir del crecimiento de la participación política de la mujer, ha mejorado el panorama de la cultura electoral en favor de la paridad de género, para que la mujer conquiste mejores derechos sociales y políticos, permitiendo confrontar a la violencia política, aún presente en algunas zonas.
Hay que añadir las cuestiones que tienen que ver con la ciudadanía femenina elegible y electa. Subrayamos en la realidad mexicana con énfasis al estado de Hidalgo, donde ha habido cambios en fechas recientes en la situación de la mujer, a pesar de la persistencia de grandes obstáculos que se han marcado en estas elecciones.
En la mayoría de las regiones tratan de tapar el sol con un dedo y nombran a la esposa, hija o amante en caso de que no le corresponda a un hombre ser candidato, como ocurrió en Guerrero, con el caso de Félix Salgado.
Aquí en Hidalgo felicitamos a Araceli Beltrán Contreras, quien asumió el poder la semana pasada en Ixmiquilpan; después de 115 años de construido, el palacio municipal recibe una mujer,
Sin embargo su triunfo también viene por la presencia del capital político que ha conservado la familia Charrez, aliada de Morena.
Este resultado tal vez empuje a las mujeres, sin embargo no ayuda a lo que ella puede lograr: legitimar su fuerza política y su capacidad de administrar el poder para gobernar como lo que es, una gran mujer.
Porque el compromiso que adquirió para lograr los votos la aísla de su capacidad de gobernar.