Política

Una omisión que no tiene nombre

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Mientras en Afganistán las mujeres daban la batalla por uno de los derechos más básicos del ser humano, tener y ser llamada por un nombre y que éste apareciera en documentos oficiales, por medio de la campaña llamada #WhereIsMyName, en Occidente las feministas nos obsesionábamos discutiendo si las musulmanas deben o no usar el burka para ser consideradas parte de nuestra lucha.

Si bien el niqab y el burka son indefendibles desde un enfoque de género, lo es también todo lo que implique una anulación peligrosa de las mujeres, una invisibilización. Y las mujeres afganas, por fin, después de tres años de campaña, tuvieron una pequeña gran victoria.

La ley afgana dictaba que solo el nombre del padre debe registrarse en un certificado de nacimiento. Ahora los nombres de las madres se imprimirán en las tarjetas de identificación nacional, un paso para normalizar la presencia pública de las mujeres en un país donde siguen siendo un tabú.

Si bien Afganistán en la arena pública ha avanzado considerablemente en torno al retorno de las libertades de la mujer en el espacio público desde la caída del régimen talibán, resulta increíble que tras 20 años esta victoria apenas se esté dando. Fue Laleh Osmany, afgana, quien tras no poder más con esa anulación inició la campaña #WhereIsMyName? para ayudar a las mujeres a recuperar lo que ella dice es su "derecho más básico".

En Afganistán son comunes las tumbas de mujeres sin nombre, al ser humillante para los familiares varones que otros sepan su nombre más allá del entorno familiar. "La razón principal para negarles a las mujeres su identidad es la sociedad patriarcal, en la cual el 'honor' masculino no solo obliga a las mujeres a mantener sus cuerpos ocultos, sino también a ocultar sus nombres", menciona el sociólogo afgano Ali Kaveh (BBC 31/07/2020).

No obstante, esta victoria es meramente simbólica. Desde que inició la campaña y hoy, tras anunciarse el proceso para legalizar el visibilizar el nombre de las mujeres, no todas se sienten contentas con hacerlo, pues es un asunto de “respeto para los hombres de la familia”.

Para Shakardokht Jafari, física afgana del Centro Tecnológico de Surrey en el Reino Unido, la enmienda no triunfará si no se combina con un programa integral para que sus compatriotas tengan una identidad independiente. Además de que también necesitan independencia financiera, social y emocional.

Las afganas han vivido mucho tiempo sin tener un referente más allá que el que les proporcionan sus parientes varones al ser referidas como hermana, esposa o viuda de algún hombre. Tanto, que han aprendido a censurar su propia identidad. El camino es largo aún. Si bien los avances en el plano legal son necesarios en toda lucha civil, el triunfo no es completo hasta que se conquista la victoria en los planos legal y cultural de una sociedad.

En Afganistán, las mejores mujeres, dicen, son aquellas que “ni el Sol o la Luna las ha visto”. Al parecer no solo el Sol o la Luna las ignoran, sino también el feminismo de Occidente. El sol feminista debe brillar para todas.

* Maestra en Artes y doctora en Educación. Coordinadora del Departamento de Artes y Humanidades del Centro de Investigación y Desarrollo de Educación Bilingüe UANL.

@saraiarriozola

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Sarai Aguilar Arriozola
  • Sarai Aguilar Arriozola
  • Doctora en Educación, máster en artes, especialidad en difusión cultural
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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