“No tienes ni idea de los océanos que he llorado por ti…” No es una frase de algún dramón, sino el dolor de una madre que por 42 años no supo nada de su hijo, el cual le fue arrebatado durante la dictadura militar en Chile, tras el golpe de Estado de Pinochet de 1973.
A 50 años del golpe militar en Chile, las memorias del horror se desfiguran en medio del auge de gobiernos como el de Nayib Bukele en El Salvador y la efervescencia por Javier Milei en Argentina, sin dejar de mencionar a uno que otro extraviado en México con Eduardo Verástegui, aunque sea en una ínfima proporción.
¿Cómo abrazas a alguien de una manera que pueda compensar 42 años de abrazos? Esa es la pregunta que los seguidores de regímenes de excepción deberían contestarle a los miles de niños afectados por Pinochet, tales como Lippert Thyden. Él es el estadunidense que se dio a la tarea de buscar los orígenes y condiciones de su adopción en Chile tras leer de miles de casos de adopciones irregulares durante el régimen militar.
Su caso fue uno más.
En la investigación se descubrió que Thyden había nacido prematuro en un hospital de Santiago, la capital de Chile, y había sido colocado en una incubadora. Sin embargo, a su madre le indicaron que abandonara el hospital cuando volvió a buscar a su bebé. Le dijeron que el pequeño murió y que se deshicieron del cuerpo, según el expediente del caso.
De acuerdo con una publicación del diario español ABC, la organización chilena Nos Buscamos ha calculado que decenas de miles de bebés fueron sustraídos a familias chilenas en las décadas de 1970 y 1980, tomando como referencia un informe de investigación de la policía del país, que revisó los pasaportes de niños chilenos que salieron del país y nunca regresaron.
Y si bien para muchos esto podría no estar ligado con la dictadura sino con la delincuencia, ésta floreció en la opacidad del régimen y los cientos de miles de desaparecidos.
Durante la dictadura, al menos tres mil personas fueron asesinadas, según cifras del Gobierno, y decenas de miles más fueron torturadas y encarceladas por motivos políticos. Así que unos miles de bebés más no podrían ser echados de menos.
Para aquellos incrédulos, basta con revisar las cifras de desaparecidos en la gestión de Bukele. Para muestra, con la puesta en marcha del estado de excepción en marzo del año pasado, el gobierno salvadoreño no brinda información sobre el paradero de los 72 mil capturados, de los cuales cerca del 10 por ciento fue detenido injustamente, según confirmó el ministro de Justicia y Seguridad Pública, Gustavo Villatoro, de acuerdo con el medio salvadoreño Expediente Público.
Pero al parecer los latinos somos de sentimientos fuertes y memoria débil. No han bastado los horrores de Chile y Argentina en los setentas, nos aferramos a glorificar las supuestas manos duras que no son otra cosa que pasar del horror delincuencial al horror legal.
No serán películas las que nos libren de la trata ni dictadores cools. América Latina no tiene porque estar condenada a repetir su propia tragedia. Nunca más.
*Doctora en Educación. Máster en Artes. Especialista en Cultura con enfoque de género.