La Luz del Mundo en México se apersona el día de hoy para participar de la Santa Cena, memorial sagrado para los creyentes cuya festividad religiosa es la de mayor importancia para esta fe. Hoy es el tiempo esperado, el más esperado de los últimos cuatro años.
Estratégicamente, la reunión sólo convoca a la iglesia en México, lo cual reviste de mayor interés la festividad (o debería de ser al menos para los medios de comunicación y pseudo periodistas que se han encargado de producir contenidos tendenciosos y prejuiciosos contra La Luz del Mundo), tras la campaña de odio mediático y de discriminación religiosa iniciada en contra de esta fe y en contra de su líder, el apóstol de Jesucristo, Naasón Joaquín García.
Hoy, en punto de las 16:00 horas y tras meses de preparación, la inquebrantable fe de los creyentes demostrará, una vez más, la convicción en sus creencias, la fortaleza de su esperanza, la inteligible paciencia, el amor absoluto a Dios y a su hijo Jesucristo, el reconocimiento al principio de autoridad apostólica depositada en una persona y la auténtica resiliencia que los ha agigantado haciendo inexplicable, para algunos, su presencia.
Hoy, todo, absolutamente todo el odio del mundo en su contra se transformará en la ofrenda que cada uno presentará ante Dios. Hoy, las difamaciones rebotarán contra los que las esgrimen y se disolverán en el acto para no causar mayor daño. Hoy, el corazón de los creyentes descansará de la persecución religiosa y de la discriminación que lo ha agobiado los últimos años. Hoy, cuando el apóstol de Jesucristo ejerza la autoridad conferida por el Creador, la eternidad será visible, la esperanza será inamovible, el amor de Cristo será perpetuo y su sacrificio se materializará en esta fórmula que lo inmortalizó llamada Santa Cena. Hoy, el lloro ya no será más por la separación física, ni será más por el odio del mundo, ni será más por las hierbas amargas, ni será más por el dolor de no saberse juntos… Hoy el lloro será porque, después de cuatro años, se han podido reunir, han podido ejercer su derecho y porque volverán a ser uno con Dios, uno con Cristo y uno con el apóstol.