Hace unos días, en un vuelo retrasado, me encontré sentado entre una familia y fui testigo de una escena que refleja un fenómeno de comunicación en nuestra sociedad.
Una madre, visiblemente molesta, discutía con sus dos hijos veinteañeros porque ninguno había respondido a sus mensajes en WhatsApp.
A pesar de su insistencia, los jóvenes no comprendían el enfado de su madre; para ellos, un mensaje no respondido no era motivo de conflicto, ya que asumían que el doble check azul bastaba para darlo por leído.
Lo irónico fue que, mientras ocurría la discusión y debido al retraso del vuelo, tuve tiempo para leer y justo estaba leyendo sobre las últimas actualizaciones de WhatsApp, lo que me llevó a reflexionar sobre cómo esta herramienta, ahora fundamental para familias, negocios, ventas y atención al cliente, está creando una barrera invisible y reglas no escritas en la comunicación.
WhatsApp ha pasado de ser una simple aplicación de mensajería a convertirse en el núcleo de nuestra vida digital, tanto en lo familiar como en lo empresarial.
Sin embargo, su omnipresencia ha generado nuevas reglas implícitas que no siempre son fáciles de manejar.
Uno de los aspectos más destacados es la responsabilidad que ha surgido en torno al famoso “doble check azul”.
Este ícono, que indica que un mensaje ha sido leído, ha creado un contrato social implícito: si lo leíste, se asume que comprendiste y debes responder.
Frases como “te lo pasé por Whats” o “lo escribí en el grupo” se han convertido en justificaciones que, en la mente de muchos, cumplen con la obligación de haber comunicado algo de manera efectiva.
Sin embargo, esta dependencia de las señales digitales puede llevar a malentendidos y tensiones.
¿Qué pasa cuando el destinatario no responde de inmediato? ¿O cuando decide desactivar las notificaciones de lectura o la última vez que se conectó?
En un mundo donde la inmediatez se ha vuelto la norma, estas acciones son a menudo interpretadas como una falta de responsabilidad o, peor aún, como desinterés.
En este contexto, quienes no siguen las “reglas” pueden ser etiquetados como irresponsables o poco comprometidos, generando conflictos innecesarios tanto en el ámbito personal como profesional.
Es importante que todos, independientemente de nuestra experiencia con la tecnología, aprendamos a equilibrar nuestras expectativas digitales con la realidad de las personas, mientras WhatsApp y la inteligencia artificial continúan avanzando y facilitando nuestra vida.
Pero en ese proceso, no debemos olvidar que la verdadera comunicación no reside en un doble check azul, sino en la capacidad de entender y ser entendido, de conectar más allá de las pantallas y de mantenernos unidos en un mundo que, paradójicamente, está cada vez más interconectado, pero también más distante.
En estrategias de ventas y atención al cliente, me enseñaron que enviar un correo de seguimiento es útil, pero un mensaje de texto es aún mejor.
Sin embargo, nada supera a una llamada directa para una comunicación más efectiva.
Y si la persona está cerca, lo ideal es una visita presencial, ya que solo así la comunicación puede ser realmente efectiva y te entrega más que un simple doble check azul.