El senador Ricardo Monreal, a juzgar por las evidencias, tiene más sagacidad aparente que popularidad entre los senadores o entre los electores: según las encuestas, ocupa el cuarto lugar entre las corcholatas aspirantes a la primera magistratura.
Eso no le alcanza para pelear una candidatura ni en la capital nacional si asumimos, además, que hay al menos tres aspirantes mujeres y dos hombres que le llevan ventaja territorial y de compromiso con el movimiento social representado por Morena y, considerando también que, contra la aprobación del plan B del presidente Andrés Manuel López Obrador, con el zacatecano solamente votó otro senador de Morena, Rafael Espino.
Las voces que respaldaban la de Monreal tienen sus mismos límites y capacidad. Para algunos solamente hay estas posibilidades: la ley en gestación para reducir gastos y desperdicio al INE, por ejemplo, tiene como respaldo solamente a pericos; creen que en la aprobación legislativa existe solo subordinación a lo que sería visto por AMLO como un gran legado del jefe del Estado mexicano o, dicen, son cómplices de un berrinche que se atribuye, desde la misma trinchera de Monreal y de quienes opinan como él, al Presidente de la República.
La mayoría de los legisladores tiene en sus manos, según el artículo 39 de la Constitución, la gestión de la voluntad popular.
Ciertamente ser mayoría —constitucional inclusive— no es tener siempre la razón, si es que en política y en definitiva pudiera llegarse al acuerdo de que poseerla se correspondiera automáticamente con “la verdad”. También es menos verdad que tener minoría y reclamar por ser parte de una porción no presuntamente domesticada les da la verdad.
El horizonte democrático de cada sociedad es definido por la mayoría de la población en cada etapa, las prioridades de la agenda y la dirección de las políticas públicas, incluida aquella de carácter electoral.
La ciudadanía tiene preferencias partidistas que se expresan a través de votos. Ocurrió así en la elección que ganó Claudia Sheinbaum en la CdMx y la que, todo apunta, ganará Delfina Gómez en el Estado de México. Que la minoría confunda su derecho de expresión con la voluntad mayoritaria sí es un problema. Para Monreal y sus simpatizantes también.
Salvador Guerrero Chiprés
@guerrerochipres