¿Por qué delinque una persona joven? Hombres y mujeres. Es una pregunta central.
No es la pobreza. Existe, sin embargo, una vulnerabilidad derivada de la desigualdad de oportunidades formativas y la ruptura de lazos de solidaridad familiar y comunitaria. Por supuesto, en la medida en que un organismo delictivo, pandilla o cártel puede ofrecer poder, identidad, sentido de pertenencia y una dimensión lúdica —así sea ilegal—, los riesgos de comisión delictiva se incrementan enormemente.
De acuerdo con datos del Inegi, en el país uno de cada cuatro delitos es cometido por personas de 25 años o menos. Es un dato ilustrativo que me parece no incorpora a un segmento de ese grupo etario que se halla ilocalizado por pertenecer a cifra negra o porque existe una lógica de lo políticamente correcto en la cual se asume existencia de revictimización o exclusión social si hablamos de quienes cometen delitos siendo menores de los 15 años de edad.
Es el caso de quienes participan de estructuras delictivas presenciales de extorsión, cobro de piso, fraude y eventualmente, en el extremo, de ritos de iniciación sicaria: necesitamos mayor atención a lo que sucede en entidades del país con severos problemas de seguridad e impartición de justicia.
Los jóvenes menores de 35 años son responsables de más de la mitad de los delitos. Un tercio de ellos son de carácter patrimonial y ocurren contra transeúntes.
La literatura en criminología ubica, entre otros, aspectos como la exposición a violencia familiar, escasa supervisión de responsables de crianza, consumo temprano de alcohol o drogas, escaso compromiso escolar, desempleo o cercanía con compañeros delincuentes o pandillas como elementos clave dentro del incremento de la vulnerabilidad comunitaria a partir del reclutamiento delictivo juvenil.
Fortalecer la relación con las y los hijos, estimular el apego a la escuela, fomentar sistemáticamente el deporte, el acceso a la cultura y oportunidades laborales legales y formales desde los 14 años, son labores centrales desde lo gubernamental y lo privado, que son plataformas de preservación de las certezas de seguridad de nuestro entorno.
Nueva Zelanda destaca por su tasa delictiva: 26 robos con violencia —el delito de mayor incidencia— por cada 100 mil habitantes. La fórmula: acciones preventivas de la Policía y reinserción en la sociedad de los jóvenes a través de programas familiares y de vinculación con el sistema educativo, desde donde se constituye ciudadanía.
En la Ciudad de México, la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, presentó el programa “Junt@s construyendo la paz”. Con el apoyo de tutores busca evitar que 10 mil jóvenes sean enganchados por la delincuencia. El modelo de atención va enfocado a quienes están desvinculados de la actividad laboral, escolar o de la familia, o aquellos que han tenido algún antecedente judicial. Contribuyamos a su éxito, nos beneficia a todas y todos.
Salvador Guerrero Chiprés
@guerrerochipres