Estos días termino un ciclo de ocho años al frente del Tecnológico de Monterrey, durante los cuales vivimos una gran transformación.
Tuve el privilegio de viajar para conocer nuevas formas de enfrentar los desafíos y vivir maravillosas experiencias con consejeros, con los directivos del Tec y con grandes pensadores de nuestro tiempo.
Todo privilegio conlleva una gran responsabilidad: compartir lo que aprendemos. Por ello, quisiera dejar testimonio de los aprendizajes más significativos en mi paso por el Tec.
El primero de mis aprendizajes: todos tenemos la libertad para decidir, soñar, elegir; es nuestro más preciado don. Hay ocasiones en las se elige renunciar a muchas cosas, para perseguir y aprovechar aquellas otras que realmente nos importan.
Recuerdo aquel sábado 10 de septiembre de 2011, cuando recibí la invitación para dirigir el Tec. En ese momento sabía a todo lo que debía renunciar si aceptaba el reto. Y aquí estoy después de ocho años, por haber ejercido mi libertad de elegir.
Todos tenemos un lente con el que observamos la vida, y cada persona enfoca su lente hacia diferentes ángulos, simplemente porque cada uno decide ver la vida de forma diferente. En nuestra elección, no hay bueno ni malo, sólo ópticas diferentes.
Mi segundo gran aprendizaje: el poder de una visión. Una visión es una idea poderosa que le da significado y propósito a la vida. Resumida en una frase, une las voluntades de muchas personas, para ir a un lugar al cual no iríamos solos o al que nunca imaginamos que podríamos llegar.
En el 2012, establecimos una visión del Tec que nos unió e inspiró: Formar líderes con espíritu emprendedor, sentido humano y competitivos internacionalmente implicaba un modelo de educación disruptivo. Y nos llevó a numerosos cambios, incluyendo la transformación del modelo educativo al que ahora llamamos Tec21. Ese es el poder de una visión.
Mi tercer aprendizaje: ningún proyecto, por grande que sea, podrá realizarse sin perseverancia: esa fuerza, esa confianza que hace superar los desafíos como se presenten, esa actitud que te hace ver los problemas como retos y oportunidades, donde cada tropiezo es un aprendizaje que te enseñará por dónde no ir.
Mi cuarto aprendizaje: descubrí que hay un gran tesoro en la diversidad. La creatividad y la innovación son dos elementos que determinan el éxito de las organizaciones y dependen de nuestra capacidad de atraer personas diferentes.
Hoy, el mejor talento está en personas de todos los orígenes, géneros, edades, ideas, creencias… y está en todo el mundo; de donde podemos atraerlo o vincularnos a él.
Y finalmente, mi quinto aprendizaje: aprovechar nuestro tiempo. La vida es como un reloj de arena; nunca sabemos cuántos granos de arena quedan en nuestra vida.
Estar ocupado no te hace ser efectivo. Ser creativo y pensar diferente requiere tiempo de calidad, y si el tiempo lo ocupas en pensamientos sin sentido, tu vida será eso: una vida sin propósito.
Cuando tu permites que alguien tome tu tiempo, está tomando lo más valioso que tienes y que no puede ser remplazado, y cuando dedicas tiempo a algo que no vale la pena, estas desperdiciando tu activo más valioso.
En enero de 2012 me hice una pregunta: ¿Qué legado deseo dejar en el Tec? ¿Cuáles son esas cinco cosas que son verdaderamente importantes?
Esta pequeña lista la llevo conmigo desde hace ocho años y ha sido la brújula que me permitió trabajar todos los días y concentrar mi tiempo y energía en ellas.
*El autor dejará la Presidencia del Tecnológico de Monterrey el 30 de junio.