Esta semana se volvió viral el vídeo donde un hombre interrumpe un enlace en vivo de la reportera Isa Balado, pues éste le toca el trasero con la excusa de preguntar de qué canal es, y pese a que ella le explica que está en un enlace en directo, el sujeto se queda a observar, como si no hubiera hecho nada. Porque tal parece que la violencia callejera está muy normalizada.
El conductor exhibió al transeúnte, pero él negó tocarla indebidamente, expresando una pseudo disculpa, aunque fue claro para todos que sí lo hizo y finalmente le toca la cabeza a la reportera, demostrando que él no entiende de límites.
Esta es una escena clara de lo que viven las compañeras reporteras en Madrid, México y Puebla. Sin duda: indignante, pero lamentablemente cotidiano.
Balado alertó a la policía, el agresor fue capturado, llevado a la Unidad de Atención a la Mujer y Familias y fue denunciado pero aún no se sabe qué castigo le fue impuesto.
En Puebla todos recordamos cuando Montserrat Gómez, reportera de deportes fue violentada mientras estaba en un enlace de televisión. Un aficionado de Pumas le dio un beso en la mejilla. Acto que denunció en redes sociales y visibilizó como una falta de respeto. Y es que pareciera que los hombres se creen con el derecho de besar sin importar la voluntad de la otra persona.
Pero el acoso también se da entre compañeros, hay reporteras que son violentadas en el momento de las entrevistas posteriores a los eventos. Tenemos el caso de Jacqueline Steffanoni, reportera gráfica que denunció ante la Fiscalía del Estado de Puebla que un fotógrafo hizo contacto excesivo.
También hay reporteras que son fotografiadas en coberturas por sujetos que creen que por ser figuras de la televisión son de dominio público. Y por allí se rumora que compañeros de prensa fotografían a las chicas, sin su autorización, y después comparten las imágenes.
En Telediario Puebla nuestra compañera Leslie Mora sufrió un intento de levantón mientras se trasladaba a su trabajo, los sujetos se aprovecharon de que estaba sola en la calle. Esto también demuestra que los espacios públicos no son seguros.
Constancias de hechos podemos tenerlas en vídeos y en denuncias ante la policía o fiscalías, pero mientras existan hogares que no inculquen el respeto, el acoso callejero seguirá y las mujeres no podremos caminar, hablar y existir libremente.