Alguna vez nos dijeron que las cigüeñas eran las responsables de entregar a los bebés a sus padres, una dulce versión para nuestras infancias.
En el mes de abril sabemos que hay familias que siguen contando la historia de las cigüeñas pero también comprendemos que hay hogares donde los padres no pueden procrear hijos o deciden adoptar uno, y para lograrlo se apoyan del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia correspondiente.
A simple vista pareciera que todas las cigüeñas son iguales pero resulta que hay algunas más exigentes con los padres antes de entregar a un menor bajo su custodia, y una de ellas es la poblana.
En Puebla adoptar a un menor requiere de cumplir muchos requisitos, entre ellos “el comprobante de ingresos de los 3 últimos meses, acreditando un ingreso igual o superior a $10,000.00 (diez mil pesos 00/100 M.N.) mensuales, y en caso de solicitar la adopción de más de una niña, niño o adolescente o contar con más hijos biológicos o adoptivos, deberán comprobar un ingreso adicional de $6,000.00 (seis mil pesos 00/100 M.N.).” Es decir una cantidad mayor a la que un poblano con el salario mínimo podría alcanzar. Pues este 2023, de acuerdo con la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, el salario mínimo diario es de 207,44 pesos, es decir 6 mil 223 pesos mensuales.
Pero hay cigüeñas distintas, como las de Ciudad de México donde sólo piden documentación que acredite situación económica como recibos de nómina o una constancia de percepciones, no importando el monto, pues así se lee en la descripción del documento: apoyo al procedimiento de adopción de una niña, niño o adolescente. Lo mismo sucede con el procedimiento de Veracruz, donde sólo se solicitan los recibos de nómina de los últimos 6 meses y una constancia de empleo. O en Tlaxcala, donde sólo se pide saber los ingresos y presentar comprobantes. Pero también hay casos como el de Hidalgo en que el portal indica que el trámite de adopción no está vigente.
Las dependencias deben velar por el destino de los niños y adolescentes en adopción, pero también deben tener presente que somos un país de tercer mundo y que muchos niños van dejando sus infancias en instalaciones de los DIF y no en hogares donde podrían ser más felices.